(Bahía Blanca – Enviado especial) El Más Grande sintió la ausencia de sus piezas de mayor poder desequilibrante, sobre todo porque Olimpo le redujo espacios. Aun así, a pocos minutos del cierre, el conjunto que dirige Gallardo alcanzó el 1-1 para irse de vacaciones cerca de San Lorenzo, el único líder.

Fue difícil. Demasiado. River estuvo incómodo, lejos de desarrollar su libreto. Lejos de tener un funcionamiento acorde a su filosofía. En síntesis, lejos del arco defendido por Nereo Champagne. Es que Diego Osella, que como técnico de Colón ya había doblegado al equipo campeón de Ramón Díaz, supo plantearle una suerte de acertijo. Su elenco fue una especie de acordeón, que se replegó y abrió de acuerdo a las circunstancias para recortarle las posibilidades y variantes al Millonario.

En ese contexto, pese a las dificultades, River no pasó mayores sobresaltos durante la etapa inicial. La excepción a la regla fue un remate de Jonathan Blanco en el poste izquierdo. En cambio, La Banda buscó durante más tiempo, sin éxito. Careció de peligro, simplificó la tarea para el seguro arquero local. De lo contrario, tampoco tuvo puntería en sus aproximaciones. Leonardo Ponzio y Leonardo Pisculichi se asociaron para tocar en corto y, repentinamente, profundizar. Pero era una misión compleja porque Olimpo adelantaba su última línea para reducir el margen de error en las inmediaciones del arco.

Amén de los problemas mencionados, River sabía que su jerarquía podía lastimar en un abrir y cerrar de ojos. Lo que tal vez estaba fuera de sus planes era la aparición de un Hernán Encina que pasó de quedar a un paso de caerse a enviarle un centro preciso a Jacobo Mansilla, cuya diagonal dejó desamparada a la defensa del Más Grande. El 0-1 era tan sorpresivo como injusto. Aunque lo importante era revertirlo de alguna forma. Por eso Marcelo Gallardo agotó las variantes, a todo o nada.

La apuesta del Muñeco no surtió efecto en cuanto a nombres propios. Ninguno rompió los moldes. Olimpo obligaba a River a resolver en 10 metros. Por lo tanto, había cuatro opciones: buscar en pelota parada, patear desde afuera, enviar centros cruzados o poner un balón al vacío para que Juan Cruz Kaprof y Franco López. La primera, ineficaz durante casi toda la noche, fue la que derivó en la paridad acompañada por la segunda. Un tiro de esquina de Pisculichi fue rechazado de cabeza, entonces el Pity capturó el despeje para sacar un zurdazo inatajable.

Lejos de conformarse, River apretó en el cierre. Fue por más. Quiso la victoria. Buscó las tres unidades. Sin embargo, rescató un punto. Guste o no, según el desarrollo, fue justo. Así, con un partido pendiente frente a Tigre, mantiene la distancia de tan sólo un triunfo con respecto a San Lorenzo. Está en semifinales de la Copa Libertadores de América. Permanece de pie en la Copa Argentina. Ahora tiene dos semanas para descansar. Catorce días que servirán como un barajar y dar de nuevo en el camino hacia la gloria.

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