Desde chico tengo la dificultad de disfrutar 100% sin pensar en el día después o que esa 'felicidad' tiene fecha de vencimiento. Me pasa con todo. Arranco las vacaciones y por un momento tengo un lapsus en el que mi cabeza hace cuentas y analiza cuántos días faltan para que terminen, empieza el Mundial y me es inevitable pensar por unos segundos que en un mes termina.

Por ejemplo, desde hace rato me pasa con Gallardo. El Muñeco no para de darnos alegrías. En serio, no para, pensalo bien, analizalo. Es una locura lo que genera día a día. Y todos sabemos que algún día se va a ir. ¿Y qué va a pasar con nosotros? ¿Qué va a suceder con River? Sí, es verdad que los nombres no están por encima del club, pero no puedo evitar deprimirme pensando en ese día.

Y ahora viene este colombiano con su talento único, que con 30 minutos en cancha cambia el desarrollo de un partido y otra vez saca a la luz mi 'trastorno depresivo en momentos felices'. River ni siquiera hizo efectiva aún la compra definitiva de Quintero y yo ya estoy pensando en su partida. Porque seamos sinceros, el fútbol argentino le queda chico. Y en el Mundial mete uno de los mejores goles del certamen, con su Selección se hace tendencia en las redes sociales, y con River no para de enamorarnos cada minuto que luce La Banda.

¡Qué bien que tenemos a Quintero y la rompe toda! ¡Qué mal que en el próximo mercado de pases van a venir los europeos con sus cañones que tiran euros! Voy a tratar de hacer una tregua con mi mente y mentirme con esa frase real pero difícil de respetar: "hay que disfrutar el presente". Lo voy a hacer, tenemos tantas cosas lindas por delante, Copa Libertadores, Copa Argentina, Superliga. Y Juanfer está acá, mañana veremo