A la copa le faltaba brillo. Una Libertadores plagada de errores organizativos desde el inicio llegó al súmmum con la Superfinal entre River y Boca. A raíz de los incidentes que se generaron en las adyacencias del Monumental, Conmebol aprovechó para tomar una medida sin precedentes, ridícula por donde se la mire y con el único objetivo de hacer negocios.

La Copa Libertadores de América se define en Europa. Sí, en Madrid, España. Boca jugó la ida en su estadio repleto de sus hinchas, mientras que en una muestra desorbitante de desigualdad deportiva, River deberá hacerlo a más de 10.000 kilómetros de distancia de su estadio y con ambas parcialidades presentes. ¿Por qué?

No hay una sola alternativa de respuesta lógica. Nadie entiende por qué los hinchas de Boca pueden estar presentes en un partido en el que no había ninguna chance de que esto sucediera. Mención aparte para la gran mayoría de hinchas de River que pagando cuotas, abonos y la entrada no podrán costear semejante viaje y deberán ver esta payasesca final por televisión.

Acá ya no es una cuestión de camisetas. La protesta principal de esta nota sin duda que es desde el lado de River, pero todos estamos siendo tocados por esta insólita medida. Nos robaron el Superclásico a los argentinos, nos robaron la final de la Copa Libertadores a los americanos.