Nada. No hubiera pasado nada si los proyectiles arrojados por los imbéciles que esperaban al micro de Boca para atacarlo hubieran gozado de mala puntería. Sí, así de grave es. Porque lo que hay que condenar es el hecho en sí. Que un grupo de energúmenos se junten para apedrear al bus visitante es el crimen. Que hayan impactado en las ventanas y herido a los jugadores es un agravante.

 

Pero si los botellazos no lograban impactar, nadie hubiera dicho nada, el partido arrancaba a las 17hs del sábado 24 de noviembre y ahora tendríamos un nuevo campeón de la Copa Libertadores. Esto es terrible, reaccionamos cuando la fatalidad ya está hecha y no antes. No podemos indignarnos exclusivamente porque se logró dañar el micro de Boca y atacó a los jugadores. 

Este es un fenómeno natural de nuestro fútbol, de nuestra sociedad. Cada vez que River va a La Boca termina con las ventanas de su micro rotas. ¿Sabían que el bus de River fue agredido por hinchas de Boca de regreso de La Bombonera?

La misma suerte corrió el transporte del Más Grande cuando visitó a Lanús en el 2017. Pero claro, nadie fue corriendo a pedir los puntos a Paraguay o a romper un "pacto de caballeros". Siempre que un equipo argentino va de visitante, en el país o afuera, sufre agresiones, pero nadie dice nada. Es moneda corriente, hay que erradicar este tipo de acciones, no aprovecharse de ellas

Este tipo de cosas también pasa adentro de las canchas. Sin ir más lejos, en el primer partido de la llave entre River y Boca, el 11 de noviembre, al Pity Martínez le arrojaron de todo antes de patear un córner. ¿Qué hubiera pasado si alguno de los proyectiles lo impactaba? ¿Salió River a llorar pidiendo la descalificación del rival? ¿Se solidarizó Boca con el ataque que sufrió el '10'? No, nada de eso pasó, total, tuvieron mala puntería.