(Incluye videos) La consagración de River como campeón de la Copa Libertadores en el Monumental tuvo situaciones inolvidables durante diferentes etapas de la noche.
Quedará para siempre en la retina de las 70.000 almas que estuvieron presentes en el templo de Núñez. La tan anhelada Copa Libertadores, en los brazos de Fernando Cavenaghi y Marcelo Barovero, lució de manera perfecta en el centro del campo de juego, bajo un auténtico diluvio.
Sin embargo, ese diluvio de ninguna manera atentó contra el delirio y la alegría de la gente. Es que fue un grito de felicidad, un desahogo por todo lo sufrido y lo que se disfruta ahora, con El Más Grande como dueño absoluto de todos los trofeos continentales.
Las tribunas más que nunca exhibieron un rojo y blanco brillante. Entre las 342 cintas y los 45.000 inflables, sumado a varios globos a tono, el Monumental se vistió de gala. Tampoco, pese a que pueden ocasionar sanciones, faltaron las bengalas, cuya aparición fue a escasos segundos de la salida del equipo.
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“River, mi buen amigo, esta campaña volveremo’ a estar contigo / Te alentaremos de corazón, ésta es tu hinchada que te quiere ver campeón”. El himno de bienvenida sonó con mucha fuerza cuando los jugadores dejaron atrás el túnel, a las 21.53, mientras los fuegos artificiales brillaban en el cielo.
Inmediatamente, surgió el pedido de todos de los hinchas (“para ser campeón, hoy hay que ganar”), así como las ovaciones a Marcelo Gallardo (“Muñeeecooo, Muñeeecooo”) y el capitán: “El Cavegoool, el Cavegoool”. Durante el partido hubo bastante nerviosismo hasta que el cabezazo de Lucas Alario produjo una explosión de alegría, lágrimas de emoción incluidas.
¿El hit de la noche? “Y dale alegría, alegría a mi corazón, la Copa Libertadores es mi obsesión / Copamos Belo Horizonte y Asunción, bostero vos la mirás por televisión / Qué vas a hacer, si vos no tenés los huevos de River Plate / Y sí, señor, de la mano del Muñeco vamo’ a Japón”. La otra melodía que sonó bastante fue “el que no salta, abandonó”.
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Los goles de Carlos Sánchez y Ramiro Funes Mori generaron un festejo anticipado. Un “dale, campeón, dale, campeón” que comenzó desde la Centenario Baja y enseguida tuvo quórum en el resto del estadio, ya sin temor a que el resultado pudiera revertirse.
Por eso la gente nuevamente entonó “de la mano del Muñeco vamo’ a Japón” en los instantes finales hasta que llegó el pitazo definitivo y todo el plantel invadió el terreno de juego para celebrar. La vuelta olímpica, en un micro con la leyenda “El Más Grande de América”, provocó que los celulares y cámaras inmortalizaran el momento, al ritmo del famoso “El Más Grande sigue siendo River Plate, el campeón más poderoso de la historia”.
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