La bandera más larga del mundo que el lunes estuvo vistiendo de gala a la Capital tuvo su avant premier en el “verde césped”. Y El hincha de River su aperitivo con cinco goles que le devolvieron kilos de serenidad. Lo que obliga a que el trapo se estire mucho más.
Vamos todos juntos por un River más grande, más largo, más ancho, más digno, más lindo. River se hizo un lunch ante el noble “bodeguero” mendocino, que se volvió con un peludo bárbaro. Hubo goles y situaciones tan variadas como canapés.
Contradictorio y halagueño a la vez, tanto que Aguirre y Sanchez levantaron muchísimo su nivel, fueron figuras y goleadores mientras que Trezeguet fue uno de los más flojos. Una positiva lectura diría: se puede jugar sin depender exclusivamente de él.
Vuelve a encenderse esa llamita que invita a creer que hay equipo. Porque hay arquero de sobra, los del fondo se van asentando, porque Cirigliano puede ser Ponzio cuando el “capo” no está. Se fue lesionado, pero antes volvió a reiterar la actitud que hace falta y marcó un golazo tremendo de “vivo”. Entonces, cuando la mayoría se contagia, Funes Mori puede asistir cuando el gol no llega, Mora está más maduro que una mermelada. Y te mancha, te salpica, te endulza, con su picardía.
Por ello, tan importante como la vuelta al triunfo en casa después de 10 partidos son las credenciales renovadas por el Samuray, cuando todo indicaba que no aguantaba. Cuando aquel respaldo pareció una despedida. Cuando el hincha se hartó de comprender y justificar la mala suerte, cuando la silla eléctrica ya había sido enviada a su templo.
El hombre respiró hondo, reflexionó una y cien veces sobre la “la nueva era” que sí o sí debía construir y no se le cayeron los anillos a la hora de volver a cambiar. Entendió que lo único que se puede aceptar en la vida como en el futbol es la incertidumbre.
Nada es para siempre. Ni los hombres, ni los rivales, ni los planteos tácticos y menos los cargos. Se aferró a su inagotable convicción de búsqueda y volvió a cambiar. Porque ese honor de dirigir a River lo entendió como un privilegio y no lo iba a rifar. No podía claudicar sin volver a intentar que “la única batalla perdida es la que no se da”.
Sabía que vendrían por él. Y lo encontrarían. Trabajando más que nunca con el compromiso redoblado, por la crisis. Doble turno y estudiando cada pieza y cada movida como la del ajedrez.
Y ahí van Matías y sus jugadores, enhebrando nuevos planteos como pedazos de paño a esa kilométrica bandera. Con un esquema menos lírico, si se quiere, con menos vuelo que aquel que supieron conseguir esas generaciones de cracks tan extensa como la historia que el lunes peregrinó desde Alvear y Tagle hasta el Monumental.
Hay un River más práctico, menos vistoso y más inteligente. Salvando largamente las distancias, alguna vez el equipo de Veira ganó la Libertadores y la Intercontinental jugando casi de contra. Claro que no siempre contará con la ayuda de rivales tan frontales como el equipo del Turco Asad, que dejó espacios inmensos que a River casi nadie le proporciona. Pero esa es otra historia y otra encrucijada a resolver, cuando lleguen los que no sacan la “cola” de su área.
Este River, más realista, endureció su carácter y aunque recién está empezando a mostrar su hombría parece decidido a mostrar los dientes antes que perder más puntos.
Enhorabuena, el clásico se acerca y es hora de volverlo a ganar. River, hoy, es esto y punto. No es poco. Pretender ver a La Máquina, el Santos o el Barcelona en tiempos de vacas flacas es una insensatez en lo inmediato.
No obstante, como todo vuelve y todo se transforma, se aplauden estos dos escalones subidos porque traen “aire puro”. Se recuperó la energía, se emergió transitoriamente de la catástrofe y el domingo terminó siendo una fiesta.
Fiesta en continuado hasta que las velas no ardan. Es que nuestras “bodas de sangre” con los viejos y humildes darseneros se recontratan a diario.
Aquel testamento que legamos de nuestros abuelos, antes quizás de ser los Millonarios. Igual y tan parecido a este equipo que todavía no brinda con champagne.
¡Oh, casualidad, todo muy sencillito como esta “nueva era” que se está gestando! Que ayer igual que hoy, nos viste ese espiral de orgulloso rojo y blanco que envolvió al mundo, más vivo que nunca.
¡Mirá qué distintos somos! Caminamos todos juntos por esta gloria de haber nacido hincha de River.




