Es cruel que alguien se vaya de un club tan grande como River porque su misión está condenada al fracaso desde el vamos. Gorosito no es responsable de la situación nefasta que atraviesa el club de Nuñez, pero más temprano que tarde terminará pagando los platos rotos, como tantos otros, por culpa de unos pocos que ni siquiera se atreven a dar la cara.
Hundieron al club más rico a nivel institucional y futbolístico de la historia del fútbol argentino. A través de su administración, lograron que en sólo ocho años River se convirtiera en un equipito más, en otro del montón, al que cualquiera se le anima, y hasta lograron que se lo señalara como el peor ejemplo en materia deportiva. Sin respeto, sin carácter, sin clase, sin juego, sin nada… sólo mediocridad y más mediocridad.
Estos dirigentes tienen muy en claro el daño que le están haciendo al club, pero no les interesa, les da lo mismo. Total, el domingo comienza un nuevo campeonato, una nueva etapa. Por ende, nuevas “ilusiones” y la historia sigue. Y por lo que se ve desde adentro del verde césped parece que también está destinada a repetirse. Sin embargo, el Monumental seguirá llenándose de hinchas y alientos a la camiseta, que es lo único que importa de un equipo que no vale nada.
¿Responsables? No hay que buscarlos más. Ya se sabe quiénes son aquellos que han llevado a River a donde está: la decadencia. Ellos, con o sin amor a la camiseta, están matando toda la historia que carga consigo esa banda roja que se llama Club Atlético River Plate y que, pese a todo, se mantiene intacta de gloria.
Imagen: La Página Millonaria.