Alguna noche de insomnio, o alguna mañana o tarde de reflexión en soledad mientras no le encontrabas la vuelta al mundo River se te habrán cruzado por la cabeza miles de palabras que te habrá dicho tu hermano Carlos sobre todo lo que significa jugar acá, y la importancia de saber subirse a los trenes, porque estás en un lugar donde el último puede pasar muy rápido y ya no habrá ninguna manera de viajar hacia los éxitos.

Y en el 2019 finalmente llegó ese click mental que te transformó en el jugador que se ve hoy. Más completo. Más maduro. Más pensante. Más resolutivo y determinante. Un abrazo lleno de sonrisas cómplices con tu gran amigo Juanfer en una práctica o bajando de los micros. Un festejo de gol a pura metralleta para recordar a tu otro gran amigo y compatriota Rodrigo. Una facilidad asombrosa para acomodar el pie de tal manera para que la pelota haga el recorrido que vos tengas ganas. Una capacidad de gambeta en una escala que hoy no tiene ningún otro integrante del plantel. Y 10 de los 11 goles que hiciste en River fueron en los últimos 7 meses. Sí, de la noche a la mañana encontraste los caminos para todo.

Que un hombre de palabras mayores como Gallardo haya insistido tanto en tus condiciones, y que hayas sabido devolverle toda esa confianza implica un enorme mérito y esfuerzo. Porque dar vuelta la historia en River de manera tan abrupta no es para cualquiera, aunque vos ya tenías como ejemplos y referentes al Pity y a Milton, que también se las vieron bravas y terminaron brillando en su mejor nivel. Ojalá llegues a ese nivel consagratorio y puedas coronarlo siendo decisivo el 23 contra Flamengo.

Cuando otras bocas (o Bocas) se llenaron la lengua hablando de magia negra, creo que inconscientemente se referían a vos. A ese proceso de transformación. Algunos dicen que practicás teatro en la semana y que estás todo el tiempo tirado en el suelo, pero tu confianza dentro de la cancha te hace volar cada día más alto de la superficie.

En algún momento en medio de los murmullos quizás habrás sentido que el tiempo se estaba acabando, y que la llama de la vela estaba llegando a su fin en el medio de la oscuridad. Pero la magia negra que llevabas en la sangre supo aparecer a tiempo para recuperar la luz. Y eso es mérito tuyo. Seguí así, Nico. Ojalá los caminos de River te lleven en algún futuro cercano a tirar paredes con Carlitos en Núñez, y a buscar juntos una nueva Libertadores.