Durante los 56 minutos que jugó, Ponzio brindó la intensidad habitual para dar batalla en el centro y, como si fuera poco, aportó distribución coherente para abrir la cancha e incluso profundizar.

Fue reemplazado cuando quizás no estaba en los planes. De ninguna manera se trató por bajo rendimiento ni una lesión, sino por la necesidad de romper el 4-4-2 para transformarlo en un 4-3-1-2 y darle la posibilidad a Andrés D’Alessandro. Lo cierto es que hasta ese momento y, a la postre en el balance general de River, Leonardo Ponzio fue el jugador de mayor regularidad.

Situado al lado de Nicolás Domingo para la contención, sin dejar de lado la distribución tan precisa como eficaz, el volante central de 34 años cumplió un buen desempeño. Fiel a su estilo, dio batalla en el medio, se impuso varias veces y le dio sentido a la mayoría de los pases que entregó, abriendo la cancha o limpiando el juego en una zona muy transitada.

Lejos de entrar en la fricción peligrosa, Ponzio no participó de las acciones bruscas. Tuvo su momento más destacado a los 31 minutos del primer tiempo, cuando impidió que Jonathan Calleri, asistido de forma brillante por Ganso, aumentara la ventaja para el Sao Paulo. Intervención fundamental porque enseguida River consiguió la igualdad que terminó siendo definitiva en el Monumental.

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