Argentina se desahogó en el Estadio Lusail. Se sacó todas las mochilas, las presiones y los nervios de encima en 45 minutos contra México. No fluía el juego, la pelota quemaba, costaba arrimarse al arco hasta que apareció Lionel Messi con un zurdazo de esos que solo él inventa, rasantes y pegados a un palo. A partir de ahí, el equipo de Scaloni encontró la claridad que le había faltado y mucho de eso fue gracias a los ingresos de tres ex River: Julián Álvarez, Enzo Fernández y Exequiel Palacios.

Enzo saltó primero a la cancha por Guido Rodríguez a los 10' del segundo tiempo y un rato después lo hicieron Julián y Palacios. El actual hombre del Benfica, al igual que contra Arabia, fue el mejor del equipo y literalmente se comió la cancha. Nunca entendió de contextos adversos, ni en River, ni en Portugal y mucho menos en la Selección. Siempre juega con aplomo, como si tuviera 10 años de experiencia profesional.

Talento, desequilibrio, desparpajo, intensidad y un gol majestuoso con una definición para ver una y otra vez al ángulo derecho del Memo Ochoa. Partido para poner en un cuadrito de Enzo, para que nosotros, los hinchas de River, nos golpeemos el pecho de orgullo al ver como creció. De aquel volante tímido que se fue a préstamo a Defensa y Justicia a este crack que no tiene techo. Sí, crack al que le sobran méritos para empezar a ser titular.

Julián y Exequiel Palacios fueron grandes actores de reparto. La Araña con su dinámica de siempre, corriendo todas las pelotas como si fueran la última, entrando y saliendo del área y sin quedarse quiero jamas. Palacios, el socio de todos. Aportó la pausa justa que necesitó la Scaloneta sobre el final, ganando faltas, escondiendo la pelota o simplemente haciendo circularla con precisión y tranquilidad. La escuela riverplatense demuestra una vez más por qué es una de las más importantes del planeta fútbol.