El fútbol argentino se convirtió desde hace un largo tiempo a esta parte en un verdadero descalabro. Los encargados de organizar los torneos locales, lejos de trabajar en función del orden y la previsibilidad, han transformado los certámenes en un jeroglífico cada vez más difícil de entender. El cambio permanente de formatos y los calendarios que van a contramano del resto del mundo atentan contra la planificación. En definitiva, cada vez es más complicado gestionar un plantel profesional o un club con un proyecto a mediano y largo plazo debido a la cantidad de inconsistencias que aparecen en el medio del camino.

Sin ir demasiado lejos, todavía se debate al interior de la AFA y de la Liga Profesional cómo se disputarán los certámenes en el 2023. A solo dos meses para el final del año y a pocas semanas del inicio de una Copa del Mundo que se llevará todas las miradas, los directivos aun no se pusieron de acuerdo sobre el formato de la próxima temporada. Es cierto que había un borrador aprobado, pero la presión y los intereses de algunos clubes de Primera División comprometidos por las últimas campañas y los del ascenso, más cercanos al presidente Claudio Tapia, hizo replantear todo lo que se había acordado hace un año atrás y el fútbol argentino podría volver al torneo de treinta participantes. Como reza el slogan institucional de la casa madre del fútbol local: no trates de entenderlo.

 

En medio de todo este disparate, el Comité Ejecutivo de la AFA aprobó esta semana cómo será la disputa de algunos torneos nacionales que surgen de las disputa de la Liga Profesional, de la Copa de la LPF y de la Copa Argentina. Y más allá de lo que suceda con la competencia correspondiente al calendario actual, se apeló a una suerte de “revisionismo” para ponerse al día con algunas finales que se vieron postergadas por la pandemia que tuvo lugar a principios de marzo del 2020. En este sentido, se estableció que River y Banfield deberán disputar una suerte de partido desempate para enfrentar a Boca en la definición del Trofeo de Campeones de aquel año. La final tendrá lugar el 1° de marzo del 2023 en una sede neutral, que podría ser Abu Dhabi.

Sin embargo, a la hora de revisar los reglamentos de aquellos torneos que se desarrollaron entre el 2019 y el 2020, hay un dato saliente y sorpresivo: la figura del Trofeo de Campeones todavía no había sido creada. Sí estaba reglamentado en la Copa de la Superliga 2020 posterior, que se suspendió luego del aislamiento preventivo obligatorio que decretó el Gobierno Nacional a raíz del desembarco del coronavirus en la Argentina y quedó finalmente vacante. ¿Por qué River y Banfield jugarán entonces esa suerte de semifinal para definir el Trofeo de Campeones con Boca? No hay ninguna reglamentación que permita explicar tal decisión.

Por el lado de River, la bronca todavía es mayor porque en el reglamento de la Superliga 2019/20 se establecía que en caso que un mismo equipo obtuviera tanto el título de la liga local como la Copa Nacional, el Trofeo de Campeones lo disputaría el subcampeón de aquella Superliga. Por esta razón, si utilizaron la regla de este torneo para trasladarla al Trofeo 2020 inexistente, el club de Núñez debería acceder a esa final contra Boca sin la necesidad de jugar el desempate con Banfield. Y hay otra cuestión que enoja todavía más: la Supercopa Argentina 2021 también quedó vacante porque la Copa Argentina de aquel año quedó suspendida por el Covid. Sin embargo, ahí no se adoptó la misma postura y al menos por el momento, no se jugaría. Una nueva incongruencia que deja en evidencia la falta de criterio y de ecuanimidad de los encargados de darle orden a nuestro bendito fútbol.