El 10 de marzo de 2002 es una de esas fechas inoxidablespara los hinchas y los protagonistas de aquel superclásico. River visitó a Boca por la sexta fecha del Torneo Clausura en una jornada que diluvió a cántaros, antes, durante y después del partido. Dentro de la cancha, la lluvia de goles la puso el Millonario.
El equipo de Ramón Díaz se plantó en La Bocacon línea de tres en el fondo, con undoble cinco y una idea muy clara: salir a lastimar al elenco del Maestro Tabarez desde el primer minuto.“A Boca lo vamos a atacar como locos”, había anunciado el Chacho Coudet en la previa y fue tapa de un matutino deportivo. Y así fue nomás.
Más allá de ser superior en el desarrollo, el 1-0 del Millo llegó a través de una pelota parada. El Burrito lanzó un centro envenenado, la pelota quedó boyando en el área y Cuchu Cambiasso, de puntín, le rompió el arco al Pato Abbondanzieri.
Boca se descontroló y River llegó al segundo antes del descanso gracias a un contragolpe fantástico. El Chapa Zapata, Ortega y Cavenaghi participaron de una jugada que fue de izquierda a derecha y que terminó con un disparo cruzado del Chacho Coudet que se metió junto al palo. Locura total en las dos bandejas que coparon los hinchas del Más Grande.
En el segundo tiempo, River tuvo chances para liquidar la historia, pero desperdició mucho. El local empujó y tuvo las suyas también. Pero a pocos minutos del cierre, cuando las piernas no daban más y la tensión iba en aumento, nació en los pies de Ricardo Rojas una jugada de película.Tras un toqueteo entre Ortega y D’Alessandro, el Cabezón jugó para Rojas, que apareció en posición de nueve para definir. ¿Y ahora que hago yo con esto?, se preguntó el misionero que levantó la cabeza, vio al Pato adelantado y picó el balón por encima de Abbondanzieri con una categoría excelsa, digna de un habilidoso.
Las dos bandejas de la Bombonera se vinieron abajo. Pese al diluvio, los hinchas de River se quedaron festejando durante un largo rato, hasta quedarse sin voz. Dentro de la cancha, el plantel se unió en un abrazo eterno. Incrédulos, algunos compañeros le preguntaron a Ricardo Rojas si quiso hacer lo que hizo en el tercer gol. Hoy, esavaselinacumple 20 años y resiste al paso del tiempo. Un festejo superclásico para toda la vida.