La derrota en Paraná nos pegó duro porque veníamos bien, ganando, con la goleada a Vélez fresquita, hace apenas dos meses ganábamos la Recopa y en la Copa Argentina se avanzó hasta donde estamos hoy en día, cuartos de final.

Pero esos tres puntos dejados frente a Patronato nos dolieron y nos preocuparon, porque River jugó un segundo tiempo horrible. Falto de actitud y de juego, una combinación explosiva.

El partido contra Atlético de Rafaela era un oportunidad fantástica para volver a ser. Y con el correr de los minutos comenzamos a deprimirnos porque otra vez River no encontraba el rumbo. Quizás podemos decir que se había solucionado lo de la actitud, pero no hallábamos de ninguna manera el juego.

Hasta que la zurda de Andrés y la suerte, hay que decirlo, nos hicimos los boludos estos cuatro días, pero la suerte, la fortuna de ese rebote que dejó mal parado a Hoyos y se metió para que explote el Monumental permitió el desahogo.

$BridWidgets.init({“id”:1477492711,”playerId”:”6064″,”partnerId”:”5426″,”playlistId”:”2148″,”height”:”470″,”color”:”000000″,”playlistType”:”1″,”autoplay”:0});

Se ganó. Otra vez da la impresión que estamos enganchados ahí arriba, pero hay dos caminos que en algún momento indefectiblemente se tienen que cruzar. Uno es el del juego, el otro es el del resultado.

Hay una realidad: cuanto más veces juegues bien, más veces vas a ganar. Las excepciones, son como la del sábado pasado. River no logró jugar bien, pero ganó y eso vale oro, porque uno puede perfeccionar su manera de jugar y pensar mucho más tranquilo cuando se consiguen los resultados.

No somos necios, sabemos que River no jugó bien, pero se ganó señores. Ese partido había que ganarlo, ni hablar el de mañana. ¿Queremos que River juegue bien? Obviamente que sí, pero como dice la canción, “el jueves cueste lo que cueste, el jueves tenemos que ganar“.

$bp(“Brid_77507176”, {“id”:”6149″,”width”:”100%”,”height”:”400″,”video”:”70997″});