Miles de hinchas dejaron caer algunas lágrimas cuando Barovero fue reemplazado y recibió una ovación para la historia. El arquero se despidió con una buena actuación, sin conceder goles. ¡Hasta pronto, Marcelo!

Imposible no emocionarse. Realmente es imposible si repasás cada atajada clave, pasando inexorablemente por aquel penal fundamental que marcó un quiebre frente al eterno rival. Marcelo Barovero hizo que todos quedaran escurridos entre aplausos y lágrimas, hechos Trapito. Esta vez utilizó el buzo gris, pero nos dejó con ganas de verde… De ver de nuevo sus atajadas, de chocar las palmas para ovacionarlo, de verlo una vez más en loop ocupando el arco más grande del mundo, ése que él supo hacer pequeño ante los adversarios.

Minutos después de las 17, cuando pisó el verde césped para realizar la entrada en calor, Trapito escuchó los primeros aplausos. La pantalla LED ubicada por encima de la tribuna Sívori, cerca de donde hizo los movimientos precompetitivos, reprodujo un resumen -tarea difícil- de sus mejores atajadas. Tan grande es que Lionel Messi, para muchos ya el mejor futbolista de todos los tiempos, lo felicitó en pleno partido. Tan grande es que logró cumplir el sueño de su hijo, es decir negarle un gol a Lío.

Se nos va un ganador nato, un multicampeón. Un arquero que llegó con perfil bajo y gracias a su trabajo se ganó poco a poco el cariño de los hinchas hasta transformarse, de mínima, en un ícono. Barovero fue homenajeado durante toda la tarde noche por la gente. No sólo cuando fue la entrada en calor o en el momento de ser anunciado por la voz del estadio, sino también en cada intervención con los pies, en cada saque de arco y en sus dos tapadas: un cabezazo a Maximiliano Coronel y un derechazo a Lorenzo Faravelli.

A pocos segundos de que comenzara el encuentro, surgió la muestra de cariño. Desde el tradicional “Trapitooo, Trapitooo”, acompañado por otra costumbre (“para Trapito, la Selección”), hasta la nueva canción: “Olé, olé, olé, olé, olá, a Barovero nunca lo vamo’ a olvidar”. Esas tres melodías sonaron varias veces, aunque con mayor fuerza a los 46 minutos del segundo tiempo. En ese instante, Marcelo Gallardo fue Napoleón otra vez, un estratega de la emoción: dispuso que el tercer cambio, sorpresa para todos, fuera Augusto Batalla por el capitán, quien fue aturdido por los más de 40.000 hinchas. Lágrimas para él, lágrimas para miles de simpatizantes.

Barovero salió luego de recibir un afectuoso saludo de Jonatan Maidana y varios compañeros más. Lo propio sucedió con el cuerpo técnico y el resto de los integrantes del banco. Al término del partido, habló para la TV. Nuevamente hubo ovación. No se detuvo hasta que a las 19.43 se metió en el vestuario local. Fue su última imagen como arquero de River en el Monumental y, tal vez, en el Millonario porque Batalla podría ser titular en Sarandí. Todavía no está resuelto dónde seguirá la carrera del 1. Mientras tanto, entre ojos vidriosos y aplausos, hay un único pedido, con la voz quebrada: que sea un hasta pronto, Marcelo. ¡Gracias por todo!

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