Diciembre y el parate del fútbol suelen estar ligados a hacer balances de lo que fue el año, y mediante la figura de las medallas me pareció bueno repasar lo que hemos vivido y lo que creo que debemos modificar para que el próximo sea de la manera que lo soñamos.

Medalla de oro: Leo Ponzio. El líder emocional del equipo que se encontró a los 36 años con el mejor año futbolístico de su carrera, en lo que respecta a regularidad y manejo del juego con y sin pelota.

Medalla de plata: Nacho Scocco. El que mejor jugo le sacó a cada minuto y a cada partido. Se la bancó solo allá arriba, y la rompió no solo con sus goles, sino también con su capacidad para brillar hasta en los peores momentos.

Medalla de bronce: Enzo Pérez. Sin lugar a dudas el refuerzo de mayor jerarquía de los últimos años. El balance perfecto entre el sentimiento puro por los colores, y la calidad innata para jugar al fútbol. Ojalá su sueño de vestir la camiseta se extienda hasta el final de su carrera.

Medalla de la decepción: Javier Pinola. Desconocido total. Es cierto que un Maidana llamativamente bajo y un Casco igual de flojo que siempre no supieron brindarle seguridad, pero nunca pudo jugar bien dos partidos seguidos. Cuando se habla de decepción no significa el destierro ni la condena, sino el hecho de saber que está en condiciones de demostrarnos otro nivel. Por supuesto que merece su revancha en el 2018.

Medalla de la revelación: Montiel. Porque me sorprendió su carácter y su capacidad de amoldarse a una posición distinta, aunque creo que tiene todas las condiciones para ser un gran lateral. Se mandó alguna que otra macana en partidos importantes, pero creo ningún defensor estuvo excento de eso en el último semestre.

Medalla de la alegría: El 3-1 hermoso en la bombonera, con un nuevo episodio del abandono prematuro de las plateas y el silencio de las populares. Y el 8-0 histórico en la copa. Por todo lo que fue esa semana previa, y por la tamaña demostración de grandeza que desplegamos esa noche.

Medalla del dolor: La partida de Alario, por las formas y el momento inesperado. Y la fatídica semi de Libertadores, con esa mezcla de impotencia entre las ingenuidades que mostró el equipo y las decisiones arbitrales orquestadas y alevosas.

Medalla de la confianza para el 2018: Nico de la Cruz. Porque siento que, más allá que le costó la adaptación, en varios pasajes de partidos demostró Creo que con una buena pretemporada y una mejor preparación física nos va a dar muchas satisfacciones.

Medalla para el presidente reelecto: Merecido el reconocimiento del socio en las urnas por los resultados deportivos, y por muchas decisiones positivas a nivel económico e institucional. Espero que en esta segunda etapa se puedan profundizar los aciertos, pero también aprender de los errores. No hay que volver a subestimar escenarios, y en el mercado de pases venidero es imperiosa la llegada de un arquero y un 9 de jerarquía, sumado a los 3-4 recambios de calidad probada que hacen falta para llenar el banco de mejores alternativas.

Medallas de honor: Mayada, Martínez Quarta y Mora. Por haberse bancado de una manera increíble los peores momentos de sus carreras deportivas, sin dejar atrás la sonrisa y las ganas de estar siempre junto al plantel. Van a volver más fuertes que nunca, y le darán un salto enorme de calidad al equipo.

Califación del año futbolístico: 5. La coronación en la copa Argentina no salvó la temporada ni cerró las heridas que quedaron en Lanus, pero por lo menos fue una caricia al alma que alimentó la confianza y sumó nuevos objetivos en el futuro inmediato. Rescato solamente los muy buenos 3 meses futbolísticos de marzo a mayo, y las dos victorias muy recordadas antes mencionadas. Pero la mayor parte del 2017 fuimos un equipo lleno de dudas, plagado de inocencias y muy falto de identidad.

¿Cómo calificás el año de River?

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