Mientras la voz del Kaiser anuncia nuevas buenas para las finanzas del club en caso de concretarse el pase de Funes Mori, nos agarramos de sus palabras como a una pata de conejo. Es que los hinchas de River nos hemos convertido en una grey de supersticiosos irredentos dados los sustos y golpes de mala suerte que nos viene deparando el 2011. Un cónclave de mandingas, cachavachas, pomberos, caraú, Hallowen, Lucifer, Demian y Murdor parecen haberse confabulado. Alguien revuelve el brebaje de la olla esperpéntica y cada trago de esa sopa nos somete al delirio. Parecemos colonizados por maldiciones. El año comenzó con la ida de Ortega, las derrotas con Racing y Boca -absolutamente decepcionantes-, la ida de Buonanotte a mediados de año, la dificultad de cerrar lo de Pavone, la falta de concreción de pases de jerarquía y encima la tremenda lesión de Juan Pablo Carrizo y la pequeña del Enano.
Acá estamos invocando a los ángeles guardianes de River para que bajen urgente. Mientras tanto están los devotos del Gauchito Gil, de San la Muerte y hasta de Gilda. Todo es válido con tal de cortar el sortilegio de esta racha negativa. Dinosaurios y elefantes vierten el líquido de sus vejigas sobre nosotros. Los batracios son el plato del mes. Parece la entrada obligada y hay para elegir gama, forma y colores para nuestra indigestión. Falta la lluvia peneneana de erectiles gotas como para decir cartón lleno, mientras nos toman a todos distraídos y agachados. “Todo pasa” dice el faraón de la calle Viamonte y lo raro es que dice la verdad. Templémonos de ánimo para combatir la desazón. Si la vida nos propone esta versión inquisitorial del 2011, armemos nuestros remedios caseros y gualichos.
Ya no leyendo la borra de café. Ni recurriendo a los arcanos esotéricos del tarot. Sino pasando debajo de escaleras, jugándole al 13, pisando el césped con el pie izquierdo, amamantando gatos negros, tocando madera y pisando mierda, como canta Serrat.
Ni Merlín, ni Teresias, ni Gandolf o hasta el mismo Tolkien nos dirían otra cosa que la “cosas ocurren cuando tienen que ocurrir”, ni antes ni después. En el momento exacto. Vienen para dejarnos un mensaje. No son para temer, sino para galvanizarnos. Aquí no hay, ni habrá “fugitivos” del aliento. Ni de la esperanza. Nos están poniendo a prueba una vez más. Y una vez más, vamos a resistir. Todos sabemos que los demonios sólo se apoderan de los débiles de fe. Como decía el Dante de los ignavos.
Y si hay algo que el Vaticano del fútbol renueva año a año es ese catastro de fe, que miles de pibes nuevos vienen a ofrendar. Vamos a romper con los malos espíritus, Vamos a resignificar la oscuridad en luz. Vamos a encontrar nuestro Señor de los Anillos. Con el Indio Vega, o quien le toque suceder a Juan Pablo. Vamos a dar vuelta una vuelta en el laberinto del terror como cuando éramos chicos en el Italpark y nos burlábamos de los Frankestein y los Dráculas. Vamos River, que el viernes nos compramos una escoba y nos reímos de este presente embrujado, para empezar a cambiar la historia.
Vamos a transmutar la energía del enojo en una energía vital que empuje, como si el año estuviera naciendo nuevamente. El resto depende de usted, Kaiser, con media vuelta de tuerca ya agarramos vueltas de nuevo. Vamos campeón, vamos a ganar, donde jugués vamos a estar. Cuando mirés para el tablón yo voy a estar siempre con vos.



