(Asunción – Enviado especial) River empató 1-1 en Paraguay ante Guaraní y está en la instancia decisiva de la Copa Libertadores, ese objetivo tan soñado que puede permitir el regreso a Japón, donde los hinchas ya señalaron a Gallardo como abanderado de la ilusión. El técnico fue clave porque acertó con los cambios y los refuerzos.
Es un estratega nato, el Napoleón del fútbol. Fue un cerebro como jugador y aún más inteligente como DT. La mano de Marcelo Gallardo se vio reflejada una vez más, en un momento crítico, determinante, cuando Guaraní apretaba y amenazaba con lograr el 2-0, al punto de que Jonatan Maidana tuvo que evitar un tanto sobre la línea, acción clave, a los 22 minutos del segundo tiempo. Hubiera sido injusto, aunque las grandes citas internacionales entienden de hechos, no de merecimientos ni requisitos reunidos.
River salió bien plantado en Asunción, a luchar con energía por cada pelota dividida, a dar batalla en cada rincón del campo de juego. Incluso, de manera sorpresiva, empleó a Lucho González para presionar arriba. El propio volante formó parte junto con los demás mediocampistas y los delanteros -siempre preparados para aprovechar los huecos- de las pequeñas sociedades. No sirvió para lastimar durante la etapa inicial. Aunque al menos el Millonario supo agruparse para reducir espacios y abrirse como un abanico para contragolpear. Abajo, amén de algunos sobresaltos como consecuencia de centros cruzados, el primer tiempo fue tranquilo.
La historia fue distinta en el complemento. River sufrió más de la cuenta porque Guaraní exhibió criterio para atacar. Fernando Fernández, tras un cabezazo en el que la pelota rebotó en el poste izquierdo, abrió el marcador. A partir de ahí, el partido entró en un terreno de ida y vuelta, extremadamente peligroso para el conjunto de Núñez. Es que realmente perdió la calma atrás, donde la desesperación por rechazar el riesgo hizo pasar de largo a los defensores. Ahí apareció la famosa mano del Muñeco, ponderada por la gente de La Banda que copó el estadio Defensores del Chaco.
Gallardo acertó con las tres modificaciones. Puso a Camilo Mayada por derecha, ubicó a Carlos Sánchez en el centro, para ser un volante mixto, con orden y llegada. Al lado, Matías Kranevitter, mientras que en la banda izquierda sorprendió con su tan solicitado Tabaré Viudez, delantero devenido en mediocampista para la ocasión. Pleno absoluto, incluida la entrada de Fernando Cavenaghi por Rodrigo Mora y la permanencia de Lucas Alario, autor de un golazo inolvidable, previa asistencia brillante de Viudez. Todo terminó en esa jugada. Con once minutos por delante, River liquidó la historia. El resto quedó para la estadística, un 1-1 que tiene sabor a victoria. De la mano del Muñeco, un técnico a la altura del Más Grande, que está a un paso de su gran sueño.
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