Otra vez el hincha de River se fue feliz. Ganando un clásico antiquísimo. De primera, para esta categoría. Demasiado grande por historia. Con dos cabeceras repletas. Con más de 10.000 hinchas que coparon la visitante. ¿Vieron que se puede?.
Con dos técnicos surgidos del semillero de Nuñez. Almeyda y Diego Cocca, dos a los que les interesa ser protagonistas. Con estilosdiferentes pero que no se guardaron nada. Hubo marco, color, barrio, recuerdos, y un partido que necesitó que River soplara como un Pampero para arrebatarle tres puntos a un Huracán que salió a consolidar su levantada.Sin embargo, el millo sacó a relucir su fuego sagrado, se encendió en pasajes de alto nivel y mandó al quemero al crematorio.Y se fue con el pecho inflado otra vez, por varios motivos. Porque ganó, mantiene el invicto y la punta pero más porque el funcionamiento se va afianzando. Porque lo de Atlanta no fue casualidad. Porque dio muestras que tiene recambio. Gran partido de Ríos, por ejemplo. Porque supó reaccionar rapidamente ante un gol adverso, mañanero. Y fundamentalmente, porque jugó treinta y cinco minutos brillantes. Los que fueron desde el gol de Machín, a los 10 minutos, hasta el final de la primera etapa. Pero vamos por partes…
River arrancó con el pie izquierdo y medio dormido. Sorprendido, tal vez, ni corto ni perezozo, el globo salió a mojarle la oreja de entrada. A asfixiarlo y atacarlo. Al punto que al minuto casi se lesionan Aguirre y Ferrero en la misma jugada. A los siete, Ferrero hizo la siesta frente a Oviedo y a pesar del cierre heroico del Chiche Arano, Machín, el rubio volante por derecha de Huracán de rebote sacudió la red de Chichizola -otro de gran actuación-. Uno a cero y no estaba mal. Entre Battaglia, López y Villegas se arreglaban para manejar la posesión del balón. Hasta que de pronto River se enojó. Pareció sonar el gong de la verdadera pelea y el equipo de Jorge Newbery se asustó.
De a poquito River le sacó la pelota mediante la presión de “los pelados” y esa promesa que es el homónimo del mediocampista de Boca se quedó tan solo como el boxeador cuando le sacan el banquito, como decía el inefable Ringo Bonavena. Ya no le alcanzó nisiquiera con Monzón para defenderse. Cirigliano se afirmó, Sanchez calentó turbinas y fue una topadora, Ocampos resultó imparable, Ríoscomenzó a demostrar porque está donde está y Aguirre tuvo su tarde soñada.
El segundo gol, fue de colección. Una pelota impecable abierta por Sanchez a Vella quien tiró un centro a media altura entre el área chica y la grande que el “Luigi” conectó en una especie de media chilena y tijera, estirando el cuerpo hacia abajo y hacia atrás:¡Belleza!- diría el Bambino. Tremenda jugada, por la velocidad, la precisión y la contundencia. Todo era de River. Se sucedieron una cadena de situaciones que parecía que el cuarto llegaría antes que el tercero. Antes, hubo un sombrero de Sanchez –otro para la galería- con un zurdazo de sobrepique que si era gol cerraban la cancha. Después otra de Ríos en el palo, y dos más clarísimas del uruguayo y nuevamente Ocampos que se fueron por milímetros. En fin, la diferencia en el marcador fue exigua pero River dejó una imagen inmejorable. Fue ancho en Arano y Vella, volvieron los “packman” en la mitad y tuvo talento en las pisadas de Andy Rios y ese nueve media punta que me cada vez me gusta más que es el Torito. A falta de enganche, claro.
El punto era: ¿qué pasaría en la segunda parte?. Preocupaban tantas ocasiones no concretadas en un juego tan caprichoso. Y quedaba por ver si era posible mantener el ritmo y el nivel de lo hecho hasta ahí. De hecho, lo que corrió River en ese lapso fue conmovedor. Es más si pecó de algo, fue de vértigo. Ese pasarse de vueltas, le quita un poco de precisión. Lo dicho, la segunda pintaba para otro partido. River intentó regular y se paró un poco más retrasado. Ya no tan a lo Tyson que es lo que mejor hace. Sino a lo Nicolino Locche. Esperando que se hagan los espacios para ganar por demolición.
Sin embargo, El Globo no se entregó y tuvo un par de chances. Los equipos se estiraron. El juego se enredó un poco, pero nuncafaltaron oportunidades de marcar. Este River tuvo chances en Ríos, que se hizo conductor, el Cavegol que no acertó el arco, pero que siempre buscó espacios y receptores y en un tiro de Afranchino. La jirafa Maglio pareció ver el partido desde su atalaya, altísimo y obvió demasiados golpes.
Ante la falta del knockaut final, aquello que se presagiaba como una abultada diferencia, terminó devolviéndole la vida al rival . El final encontró a un River un poco apurado pero Vella hizo gala de su hombría y salvó el empate sobre la hora jugándose la vida. El Tano no es un jugador metrosexual, pero que está para robarle ”la cátedra del macho” al Coco Silly – conspicuo hincha del globo- quien había prometido cuatro al hilo.A esta altura me pregunto si el compañero de Fantino no se habrá querido dirigir a esa “intrusa” con los colores de Boca y una “B” grandota que apareció en la Platea Sur.
Dos cortitas. Una para el Chori. Este equipo espera su recuperación sin ansiedad. Achicar el pánico que lo suyo es pura calidad y sensibildad. Otro, para el castigado Chiche Arano. Si me permiten exagerar, ayer, pareció Roberto Carlos. Excelente en los cierres, certero con los pases y mejor buscando el arco desde media distancia.
Triunfo corto en el resultado pero al que no le faltaron túneles, sombreros y situaciones. Acorde a la historia de estos dos grandes. De Distefano, de Masantonio, del Flaco Menotti, del River campeón del 77 en Patricios. De aquel Ortiz exultante, de Marchetti, de René y tantos otros.
En fin, una fiesta del fútbol, que se deslució un poco al final. Pero que sirve como para ir entonados al Chateau a por “La Gloria” . Allá en la Docta, contra Instituto 30.000 almas riverplatenses van decir presente para defender el invicto y la punta la próxima semana. Sobran los motivos para estar felices. Ayer cuando hubo fuego “Quemeros” quedaron… hechos cenizas.



