With or without you. “Con o sin ti. Lo diste todo, lo dieron todo y aún espero más”, dice ese himno del gran Bono. U2 en Argentina. Una maravilla. Ustedes dos, ellos dos. Almeyda y Buonanotte.
¡Queremos verlos burlarse de las ironías del destino! Allá, bien alto. Son íconos de un River que viene pidiendo pista para subirse de nuevo al escenario más importante del fútbol nacional. Dos símbolos que también hacen del juego música para los ojos y el corazón. Igual que Bono, con la misma mística del conjunto irlandés. Esa que hermana a tantos jóvenes del mundo con armonías y compromiso social. Con todo lo que significa ser referente de solidaridad y talento en épocas donde resulta difícil huir del exitismo y el consumo.
Matías juega por la gloria. El Enano también. Están en distintas etapas de sus carreras y de sus vidas, pero se rozan en algunos puntos. Es que ese “honguito” habilidoso ha conocido súbitamente el horror. Viene desde allí, haciendo esfuerzos ingentes para remontar vuelo y despedirse de River como un grande. Y Matías, que ha aprendido tanto del sufrimiento, hoy se mata por rescatar la escarapela de River.
Es un sobreviviente de una raza semi extinguida de jugadores con amor propio y amor a la camiseta. Que su garra destila el sex appel del actor que entrega toda su sal. Representa en los jóvenes un imán que atrae admiración. Ninguno de los dos hoy juegan por el dinero. Uno porque está vendido. El otro, porque no le interesa depredar en donde quedan nada más que rastrojos de un imperio saqueado.
Ellos dos nos invitan a conmovernos. Con la compasión por un lado para el Enano, con la ansiedad de revancha que todos tenemos, esas ganas de verlo otra vez tirando sus regates, enganches y frenos cargados de gol. Como alguna vez lo hizo. Ese Enano que en dupla con Falcao hizo estragos y significó la penúltima gran aparición del semillero. No lo olvidamos ni perdonamos a quienes desde un sadismo perverso lo han debilitado moralmente.
Ese Matías desalentado por un fútbol mercantilizado que le había robado el amor a la pelota. Esa estafa a su esencia de Samurai inquebrantable, dueño del silencio. Guardián del secreto grupal. Quijote postmoderno. Indio del futuro. Salvaje docente.
“Vimos en ambos la mirada perdida, la vida enroscada en una espina, vimos la tortura en sus almas y en una cama de clavos los esperamos”, como canta U2. Hoy que los vemos enteros, sabemos que siempre se superan los obstáculos y que siempre en un rincón aguarda la felicidad. Aunque es duro presentir que se acerca ese día en que ellos ya no estarán. Nada será igual “contigo o sin ti”. Almeyda y Buonanotte, dos historias paralelas de dos generaciones diferentes. Todavía esperamos más… No sería poco premio verlos dar la vuelta juntos. O al menos ser testigos del gol que nos debe el Pelado y de la despedida a un “pequeño gran hombre”, que después de un año cargado de angustias está pronto a querer irse con bises del show.
Seguramente, Bono y U2 ignoran que River tiene en Matías y Diego dos guitarras capaces de emocionar del mismo modo: con el amor y el dolor, con la pasión y con el arte. Hoy, con ellos. Mañana, sin ellos. River igual siempre será diferente.



