El 12 de mayo de 2002, River Plate goleaba a Argentinos Juniors en el Monumental por 5-1 y conquistaba el Torneo Clausura. Tres goles de Cavenaghi, uno del Chori Domínguez y otro de Cambiasso coronaron al último equipo campeón dirigido por Ramón Díaz.
Un Monumental repleto, Cavenaghi goleador, el Chori Domínguez besando la camiseta, la gente gritando enloquecida. Lamentablemente, lo anterior no tiene nada que ver con el actual presente de River Plate. Una década atrás, tanto el Cavegol como el Chori, dos de los grandes protagonistas de la actualidad, eran actores principales del trigésimo torneo logrado en la era profesional.
No había sido un buen año el 2001 para River, ya que terminó subcampeón tanto en el Clausura como en el Apertura. En el primer torneo, un casi invencible (justamente cayó ante River) San Lorenzo dirigido por Manuel Pellegrini superó sobre el final al equipo conducido por el Tolo Gallego. En el Apertura, ya bajo la dirección técnica de Ramón Díaz, no se pudo doblegar al Racing de Mostaza Merlo, otra gloria millonaria, y el segundo puesto terminó siendo una frustración.
Para revertir la situación, en el verano de 2002 se contrató a tres hombres de área con intenciones de mejorar el aspecto ofensivo: el uruguayo Daniel Fonseca, Juan Esnaider y Alejandro Domínguez. Lo del delantero oriental, no pasó de un sueño de una noche de verano y fue inscripto solamente para jugar la Copa Libertadores, Esnaider no rindió casi nada con la banda roja, y para el Chori fue el primer peldaño de una relación que, en otro contexto bien distinto e inimaginado, se reanudó el año pasado.
River comenzó el Clausura a puro gol, derrotando a Talleres de Córdoba por 3-1, a Huracán de visitante por 4-0, destrozando a Unión por 6-0 y venciendo en La Plata a Estudiantes por 3-2. Nueva Chicago frenó el andar millonario cuando logró un empate sin goles en el Monumental. Luego llegó la inolvidable goleada/vaselina frente a Boca. A un empate sin goles con Banfield, le siguieron dos importantes victorias por la mínima ante Vélez e Independiente. Newell’s le sacó el invicto en la décima fecha. Luego llegaron una victoria contra Belgrano en el Liberti (2-1), un empate sin goles en cancha de San Lorenzo y una goleada contra Colón (4-2). En la fecha 14, River obtuvo una victoria crucial para quedarse con el título, ya que venció al perseguidor y futuro subcampeón, Gimnasia, en La Plata, con una muy buena actuación y un gran gol de Cavenaghi. Un empate en casa ante Chacarita (2-2) frenó un poco la alegría, que se desbordó cuando el triunfazo frente a Racing con el inolvidable gol de Nelson Cuevas. Lanús postergó los festejos cuando le endosó la segunda derrota del torneo.
El domingo 12 de mayo se jugaba la penúltima fecha ante un desahuciado Argentinos Juniors. No cabía un alfiler en el Monumental a pesar del gran diluvio previo y en los primeros instantes del partido. Vale recordar la formación de esa jornada consagratoria: Germán Lux; Ariel Garcé, Celso Ayala, Ricardo Rojas (80’ Martín Demichelis); Eduardo Coudet (83’ Ariel Franco), Cristian Ledesma, Esteban Cambiasso, Víctor Zapata y Andrés D’Alessandro; Alejandro Domínguez y Fernando Cavenaghi (73’ Nelson Cuevas).
A los 13 minutos, Leandro Pisculichi llenaba de sorpresa el estadio y ponía en ventaja a un descendido Argentinos Juniors. Pero nada frenaba a ese River que buscaba el título tras dos años de sequía. El Cuchu Cambiasso puso la igualdad y luego comenzó la máquina de goles. El Chori a los 34 dio vuelta el marcador, mientras que Cavenaghi marcó dos veces más antes del descanso.
La segunda parte fue simplemente un trámite. Cavenaghi hizo el quinto tanto y solamente quedaba esperar la vuelta olímpica y los festejos. River era campeón nuevamente. 30 veces campeón profesional de la AFA, justamente el mismo número que llevaba en su camiseta el ahora Cavegol, participante activo en todos los festejos que estuvieron auspiciados por Budweiser, por entonces sponsor millonario. A la fecha siguiente, los jugadores salieron a la cancha en Rosario con las cabezas pintadas de diferentes colores, a manera de festejo. El 3-2 en el Gigante coronó una gran campaña.
Inexplicablemente, cuando se había formado un buen equipo con muchos jugadores surgidos del rico y exquisito semillero riverplatense, la dirigencia del club decidió no renovarle el contrato a Ramón Díaz. Pero esa es otra historia, aunque sus consecuencias no dejan de estar ligadas a la actualidad.
