Se cumple un nuevo aniversario de la semi de la Copa Sudamericana en la que River se sacó la espina de principios de siglo, eliminó a Boca y ganó uno de los Superclásicos más recordados de todos los tiempos.

No hace falta contar lo que pasó porque no hay hincha de River -tampoco de Boca- que pueda olvidar aquella noche. El 27 de noviembre de 2014 se vivió un Superclásico increíble, que iba a ser histórico por la instancia y terminó siendo único e irrepetible.

Atlético Nacional esperaba en la final de la Copa Sudamericana, habiendo eliminado a Sao Paulo la noche anterior, y el 0 a 0 de la ida en la Bombonera no era tan positivo: un empate con goles sacaba a River del certamen.

Pero el arranque estuvo lejos de ser el esperado, porque Ariel Rojas cometió un penal insólito a los quince segundos, Germán Delfino no dudó y la ilusión pareció caerse a pedazos.

Quejas, amonestaciones a Mercado y Ponzio, desazón en la cara de Gallardo -que venía de perder a su madre dos días atrás- y la sensación de que la “venganza” por cruces internacionales anteriores con Boca no iba a poder darse.

“Poneme la canción del Puma. Allí va Gigliotti, Parapam…”, relató Mollo, el inefable seguidor de la campaña del eterno rival. Pero no contaba con que River tenía en el arco a un héroe sin capa, llamado Marcelo Barovero.

– ¡Barovero, Barovero, Barovero!

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Trapito se tiró a su izquierda, elevó el brazo derecho e hizo estallar como pocas veces a la gente, que entendió que este Superclásico no se podía escapar.

Sobre el cuarto de hora llegó el éxtasis, con el centro bajo del Piri Vangioni y la zurda endemoniada del gran Leonardo Pisculichi para sintetizar la alegría millonaria en ese abrazo interminable con el Muñeco. 1 a 0 y a otra cosa.

– Golazo de Piscu:

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Se festejó cada lateral, se aplaudió cada barrida, se peleó cada milímetro. Porque fue una serie inolvidable, un nerviosismo constante y una alegría inmensa, histórica, Superclásica.

Se cumplen tres años y todos lo recordamos como si hubiera sido ayer. Las eliminaciones quedaron atrás, comenzó a darse vuelta la historia -tuvo un segundo capítulo en 2015- y River empezó a construir un ciclo internacional histórico un día como hoy.

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