El 23 de junio de 1968 se jugaba el partido más importante del fútbol argentino, el Superclásico entre River y Boca en el estadio Monumental. Ese mismo día se produjo uno de los desastres más graves de la historia del deporte local, enel que murieron 71 personas, la mayoría menores de edad, y más de 200 resultaron heridas.
Las 90.000 personas que habían colmado la cancha “millonaria” respiraban un aroma raro. Cuando el árbitro dio el pitido final, los visitantes comenzaron a bajar las escaleras para salir del estadio, pero al llegar a la Puerta 12, que estaba cerrada, los que iban primeros se empezaron a amontonar y los que venían de arriba empujaban sin saber lo que pasaba.
A raíz de ello, mucha gente comenzó a asfixiarse y otros, apretados contra las rejas, fallecían en el intento de salir. ¿Qué fue lo que pasó? ¿Los portones metálicos estaban cerrados o entornados?, ¿los molinetes no habían sido retirados? A40 años de eso, todavía no se sabe qué fue lo que sucedió, ni mucho menos quién fue el culpable. Las distintas versiones que dieron los sobrevivientes jamás fueron aclaradas.
Por otra parte, un nuevo debate deambulaba en el país. ¿Por qué lo habían hecho? Las versiones eran (y son) muchas: que la gente de Boca había cantado la marcha peronista en medio del partido, que el presidente de River en ese entonces, Julián Kent, había mandado a la Policía. Lo cierto es que todavía nadie se hizo cargo y lo único que cambió desde ese triste día fue el nombre de esa siniestra puerta número 12, hoy llamada Puerta L.
Imagen: La Página Millonaria.