(Incluye video)Hace casi 3 décadas, el inolvidable Norberto Alonso se despedía de la gente que lo idolatró durante los once años que vistió la Banda, pero que nunca lo olvidó cuando estuvo lejos.
Se convirtió en uno de los máximos ídolos del club por su amor incondicional por la camiseta. Ganó todo lo que un jugador de fútbol puede soñar con lograr: seis títulos nacionales (tres de ellos constituyeron el segundo tricampeonato del club), una Libertadores, una Intercontinental, y la Copa del Mundo del ’78, donde pese a jugar dos partidos, dio la vuelta en su propia casa, el Monumental.
Dueño de una zurda exquisita y una técnica inmejorable, derrochó su fútbol por el Monumental y por todas las canchas que alguna vez pisó.
Retirado en el ’86, tras conquistar la Intercontinental, el Norberto Osvaldo Alonso tuvo su homenaje en 1987, seis meses después de colgar los botines. Un honor que solo unos pocos ídolos de River tuvieron.
El 13 de junio de 1987 el Capitán Beto se despidió de su gente, en un Monumental repleto, con 90 mil personas que habían ido a ver al ídolo una vez más.
Ese día, jugó ante un combinado de estrellas y, si bien no logró marcar, por esas cosas del destino los goleadores terminaron siendo dos que harían historia con la camiseta que él dejaba. El partido terminó 1-1, y los anotadores fueron Ramón Díaz y Enzo Francescoli, dos de los hombres más importantes en la conquista de la segunda Copa Libertadores del Club. La primera la había conseguido el Beto.
En medio de su inolvidable carrera, no puede dejar de mencionarse la vuelta olímpica en la cancha de Boca, el día de la pelota naranja; su paréntesis en Vélez por la pelea con Di Stefano (tan grande era el cariño que los hinchas de River sentían por el Beto, que le gritaban a otra gloria como Don Alfredo “volvete para España, gallego loco, que Alonso no te quiere y yo tampoco”); o el gol que le hizo a Independiente, el gol que no le salió a Pelé, apenas un año después de haber debutado: corrió un pase Dominichi y, amagando sin tocar la pelota, hizo que esta pasara por el costado del arquero del Rojo, Santoro, y fue a buscarla por el otro lado, para empujarla ante el arco vacío.
¡Gracias por todo, Beto!
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