Hay tantas cosas para decir después de una noche en las que se mezclaron un montón de sensaciones. El amor por los colores. El orgullo por la gente. El darnos cuenta de la grandeza que tiene este club. La frustración por lo que vimos en el campo de juego. El enojo por aquel partido de ida. Y finalmente el dolor por una eliminación de Copa Libertadores que en algún momento la vimos posible y cercana.
La serie se perdió en Brasil
Arranquemos yendo al grano con esas sensaciones negativas que nos dejó la noche. River pagó muy caro una floja planificación y actuación en el partido disputado la semana pasada en Belo Horizonte. Ahí quedó eliminado. Más allá del entusiasmo y el inflador psicológico de estos días previos, había una realidad en la cual se pretendió no profundizar demasiado pero que íntimamente sabíamos que era difícil de reparar. Nos queda la amarga certeza de que lo pierde River mas que ganarlo Atlético Mineiro.
Los errores no forzados de aquel encuentro desactivaron lo mejor que teníamos para soñar con ganar la Copa: la localía. Definir la serie en casa. Lamentablemente se definió todo allá. Un 0-3 en una instancia de tanta dificultad y paridad como es una semifinal de Copa Libertadores es muy complicado de remontar. No había rendimientos grupales y personales donde depositar grandes expectativas futbolísticas. Somos un equipo sin juego, de un presente apenas discreto, sin grandes figuras que sean capaces con su lucimiento individual maquillar las falencias colectivas.
River intentó toda la noche pero nunca pudo. Foto: Getty.
En ese panorama, River tenía que ir por la épica. La esperanza se mantenía porque el fútbol puede ser ilógico y a veces quemar todos los libros y predicciones. Claro que eso pasa a veces, no siempre. Y lo que vimos esta vez fue un caso de lógica pura. River jugó un partido con mucho orgullo y amor propio. Eso se valora. Logró imponerse en el aspecto anímico, fue al frente e impuso su carácter pero lamentablemente nuevamente le faltó la otra parte: generar juego y hacer goles. No supo ni pudo. Le costó mucho ser desequilibrante en el último cuarto de la cancha y generar peligro dentro del área. No hubo gambetas, ni remates desde afuera ni pases entre líneas para romper una estructura defensiva.
Una falta de gol que ya es preocupante
Apenas una decenas de centros que nunca encontraron destino acertado y algunas pelotas metidas al área desde la desesperacion que siempre fueron neutralizadas muy bien por la defensa rival. La falta de gol es alarmante. Miguel Borja está bajo y en otra sintonia pero tampoco este plantel tiene otro jugador que hoy mantenga una relación cercana con el gol. River no consiguió ni siquiera el tanto que abriera el resultado y que inyecte un poco de esperanza. Jamas rompió el cero en una noche que necesitaba hacer al menos tres.
Borja jugó un partido para el olvido.
Marcelo Gallardo optó por muchos delanteros y pocos volantes ofensivos. Maxi Meza, Facundo Colidio, Pablo Solari y Miguel Borja era la línea de ataque a la que nadie le acercaba la pelota. Santiago Simón intentaba pero no podía y entonces bajaban a buscarla Meza o Colidio desnaturalizando sus tareas y funciones más efectivas. Sobró un delantero en ese primer tiempo y se necesitó la presencia de un nexo como podían ser Manu Lanzini o Claudio Echeverri.
Los cambios que mejoraron al equipo
Para el segundo tiempo mantuvo la idea pero solo un rato. Luego modificó la receta. Cambio la ecuación. Afuera los delanteros. Adentro los volantes ofensivos. Aún en el momento de mayor necesidad de gol salieron Colidio, Solari y Borja e ingresaron Pity Martinez, Franco Mastantuono y el diablito Echeverri. El Muñeco terminó con un esquema ofensivo distinto al que había arrancado cuando el tramo final del partido pedia mas presencia en el area rival y no solo la de Adam Bareiro. Lo ideal hubiese sido un mix. Ni tantos delanteros sin volantes creativos en el inicio ni tantos volantes ofensivos con un único punta definido en el final.
Gonzalo Martinez entró y le cambió la cara a River.
Borja no estuvo a la altura
La salida de Borja es para remarcar. Aún en un mal partido del colombiano, el DT decidió prescindir del goleador del equipo en la última media hora de un partido en el que había necesidad de convertir. Creo que es todo un símbolo y nada fue casual. Lo sacó para que todo el estadio lo vea. Hubo murmullo y algun tibio silbido para un delantero que hasta no hace mucho era el arma mortal que tenía River. Hoy su futuro en este contexto parece incierto. No solo el 9 quedó en deuda. Hay varios apellidos más que dieron poco y nada. Meza llegó como figura pero juega a otro ritmo y hasta ahora no aporta nada de lo que imaginamos que podia dar.
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Solari no desnivela por las puntas, no tiene buena terminación de jugadas y sigue siendo un jugador más para recambio que para tiitular. Colidio tuvo que jugar (otra vez) de algo que no es y Bareiro no sabe lo que es gritar un gol propio en tres meses con esta camiseta. Ante esta impotencia ofensiva se fueron pasando los minutos y tambien las ilusiones de poder clasificar.
River mejoró su versión individual en el fondo. Ganó muchos duelos mano a mano, se plantó cerca de la mitad de cancha y sostuvo la postura ofensiva que trató de imponer el equipo. Al ver este rendimiento tan parejo duele mucho más la fragilidad mostrada en la ida. La mala planificación defensiva de un partido donde River se regaló atrás. Una línea de tres que dio todo tipo de ventajas y que recibió cachetazos difíciles de reponer. Pará entender la eliminación hay que apuntar a ese partido. Lo que se intentó salió muy mal y eso generó que River hipotecara, en solo 90 minutos, su quinta Copa Libertadores. Algo muy difícil de aceptar y digerir.
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¿Y ahora cómo seguimos?
En eso estamos ahora. Es lo que nos toca. Tratar de pasar rapido el mal trago, sabiendo que lo único que nos queda de acá a fin de año es clasificar a la próxima Copa por acumulación de puntos en la tabla anual. Poco para las pretensiones de un Club que exige sumar titulos todos los años. En esta temporada, a excepción de la estrella obtenida al ganar la Supercopa frente a Estudiantes, se perdió todo lo que se jugó. Había mucho en disputa tanto a nivel local como internacional y sin embargo se fue quedando con las manos vacias.
Faltaron alegrias y festejos para la gente de River.
Esa que copó el Estadio Monumental todos los partidos. La que se banco y dio la cara en Cordoba tras la derrota en un Superclasico con público de los 2 equipos despues de tantos años. La que tuvo un acto de amor conmovedor en ese banderazo que será inolvidable. La que realizó el recibimiento más impactante e impresionanta de toda la historia del fútbol mundial frente a Atlético Mineiro. Nunca antes en ninguna cancha del planeta se vio algo igual a lo que provocó la pasión del simpatizante millonario. Entregaron su garganta y corazón en las tribunas alentando durante todo el partido en una muestra de fidelidad absoluta por los colores. El hincha de River deja chiquito a todas las demas hinchadas de los otros clubes. No existe un poder de convocatoria similar en Argentina ni en América.
River se convirtió en el en el equipo mas popular del país. Mete 90 mil almas cada partido de local duplicando en cantidad de espectadores a su inmediato perseguidor. Nada se puede comparar a la maravillosa gente de River. Que expresó bien en claro su orgullo y amor por esta camiseta dejando la vara muy alta para los jugadores, el cuerpo técnico y los dirigentes. Todos deberán estar a la altura en el próximo año para saldar las deudas que acumularon en este 2024 que va cerrandose con una decepción y desilusión muy grande.