Nada salió bien en la visita del domingo por la tarde a Vicente López. Lesiones de jugadores importantes, flojo rendimiento del equipo y un resultado que lo saca de la pelea por el campeonato. Todo formó un combo negativo en una tarde de esas olvidables para River.
El equipo llegó al partido con Platense conociendo el triunfo de Vélez el día anterior y los 12 puntos de diferencia que marca la tabla de posiciones. Era un partido determinante para River si tenía pretensiones de salir campeón. La derrota ante Talleres la semana pasada complicó las chances de una pelea hasta la última fecha pero quedaba una oportunidad: ganarle al Calamar, descontar a nueve puntos la diferencia, sabiendo que el próximo partido era con Vélez en el Monumental y podía quedar a 6 puntos con 24 por jugar.
Un rendimiento que dejó preocupado a Gallardo
Esa ecuación matemática entusiasta recibió un duro golpe no sólo por no sumar de a tres sino también por la imagen futbolística del equipo. Fue una actuación muy pobre. No se pareció en absoluto a una final por el campeonato. Ni en la actitud ni en la ambición y mucho menos en el juego. River fue un equipo prácticamente inofensivo. Que tuvo la pelota, que la manejó gran parte del partido, que la movió prolijamente de un lado a otro pero que nunca lastimó.
Manuel Lanzini terminó jugando de cinco ante Platense y fue uno de los puntos bajos de la noche. (Foto Prensa River).
La circulación de pelota no era veloz. Nunca provocó los espacios deseados en la defensa rival. Cuando encontraba alguna grieta y llegaba cerca del área, la imprecision aparecía para apagar cualquier peligro sobre el arco de Juan Pablo Cozzani. River fue un equipo lento, previsible, con poco vuelo futbolístico a nivel colectivo y sin tener tampoco esa acción individual diferente y salvadora.
No hubo gambeta para adelante ni remate de media distancia. Le faltó peso y presencia en el área rival.
No se impusieron en ofensiva ni Manuel Lanzini ni Ignacio Fernández. No hubo profundidad por los laterales. Le costó desequilibrar con continuidad a Facundo Colidio y vimos a un Miguel Borja jugar siempre de espalda y con poca gravitación en ese rol que tiene de “delantero sacrificado”. Aquí hay que detenerse y ampliar un poco más el análisis.
¿Qué pasa con Borja?
El colombiano rebotó casi siempre mal, fue al roce físico con los centrales de Platense y perdió. Cuando tocó la pelota lo hizo siempre fuera de su habitat natural que es el area, no recibió nunca perfilado y en posición de ventaja hacia el arco y pocas veces fue el encargado de finalizar las jugadas de ataque. Es muy grande el contraste entre la producción goleadora que tenía antes y la que tiene ahora. No convierte con la misma frecuencia. Se lo ve incómodo durante los partidos y lo que hasta hace poco tiempo era una solución, ahora parece ser parte de un problema.
A Colidio le faltó compañía en Vicente López. Foto: Prensa River.
River genera y convierte poco. ¿Responsabilidad del equipo o del 9? Da la sensación que de ambos pero hay un poco mas del funcionamiento colectivo. A excepción del partido con Talleres, no encontramos partidos con fallas en la resolución del Colibri. Está definiendo poco. Es el aspecto en el que más debe trabajar Marcelo Gallardo para volver a generar que Borja sea nuevamente el arma mortal que metió 25 goles en lo que va del 2024 y no un delantero intrascendente que no pesa en los partidos y está para salir.
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El empate con Platense fue tan flojo que nos quedó una mejor sensación en la derrota con Talleres. Aún empatando de visitante y sumando un punto, es preferible la imagen de River perdiendo como local. Siempre importan los resultados pero acá también se valoran las formas. Por eso, y aunque pueda sonar raro, me quedó mucho más con el River que perdió al River que empató. A Talleres lo pasó por arriba, en cambio a Platense no le genero ni siquiera un susto.
Lesiones que preocupan
A todo esto hay quer sumar el panorama de lesiones en un período donde no hay grandes tiempos para las recuperaciónes. Faltan 15 días para el encuentro de ida contra Mineiro y River a esa fecha tiene que llegar entero. Salieron tres hombres claves por distintas dolencias físicas. Fabricio Bustos por una carga en el soleo, Marcos Acuña por una leve molestia en el isquiotibial y Germán Pezzella por un fuerte golpe en la sien que le generó mareos y un intenso dolor de oido.
La lesión de Pezzella, una de las preocupaciones que le dejó el partido a Gallardo.
Ninguno tiene un reemplazo de su nivel y jerarquía por eso sus salidas fueron motivos de preocupación. El caso al que más atención habrá que prestar es al del ex hombre de Sevilla y Racing. Los otros dos futbolistas no deberian tener problema en llegar en óptimas condiciones a las Semifinales.
En eso está la mente y la energía. Está claro que River se propone ganar todo lo que juega pero no todo es lo mismo. La Copa activa a este equipo. Despierta una motivación y actitud distinta a la del torneo local. Hasta en el propio entrenador podemos percibirlo. Jamas en un duelo de Libertadores vamos a observar al Muñeco sentado en el banco de suplentes gran parte del partido sin dar indicaciones. No tiene una explicación pero es lo que se siente y percibe. La Copa es la obsesión de todos. Del plantel, del DT y de los hinchas. En el torneo se puede fallar mientras haya vida en la Libertadores. Cualquier resultado negativo en el Campeonato se maquilla con el éxito a nivel internacional. Esa viene siendo la actualidad de River. Apagado los domingos pero encendido entre semana. El propio Marcelo Gallardo reconoció que a nivel local las cosas no vienen saliendo como el desea.
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Se viene el receso por las Eliminatorias, otro período extenso para trabajar en lo físico, refrescar conceptos y encarar lo que viene de la mejor manera posible. Todos tenemos claro que la noche en Belo Horizonte tiene que ser mejor que la tarde de Vicente López.