Que manera de sufrir por Dios. Ninguno de nosotros pensaba en la previa que íbamos a vivir una noche cargada de tanta angustia y dramatismo. Quizás desde un exceso de confianza, o una lógica subestimación futbolera, todos creiamos que el partido contra Libertad en el Monumental iba a ser un tramite. Que no existirían problemas para vencerlos y clasificar. Claramente nada de eso sucedió. No sólo que estuvo lejos de ser un partido accesible, sino que esa clasificación que todos dabamos por hecha, corrió serios riesgos de no concretarse.
Durante todo el segundo tiempo, River estuvo más cerca de la eliminación que de la clasificación. Por esas cosas que tiene el fútbol, y que tantas veces nos jugó en contra, esta vez nos tocó a favor. Desde la expulsión de Giulano Galoppo hasta el silbato final de Andres Matonte, coqueteamos demasiado con una derrota que hubiese sido tremenda para todo el Mundo River. Pareció como si de repente el equipo se hubiese apagado. Que el golpe de quedarse con 10 jugadores lo afectó muchísimo y a partir de ahí se derrumbó animica y futbolisticamente. Sintió que no iba a poder. Dejo de creer en sus posibilidades dentro del partido. Empezó a tener una sensación de inseguridad muy grande en sus defensores y a correr detrás de la pelota sin sentido ni éxito en la mitad de cancha. No la podía sostener. No podía jugar. La revoleaba en busca de alguna corrida de sus delanteros que la tenian difícil dentro de ese contexto negativo que el equipo transitaba. Todo eso provocó que los paraguayos crecieran y se animen. Físicamente se imponian y de tener algo mas de jerarquía en ofensiva posiblemente nos hubiesen dejado de rodillas y con las manos vacías. River no tenía reacción. No presentaba oposición. Los costados eran autopistas sin peajes para los jugadores visitantes que iban para adelante generando el pánico en cada una de las tribunas.
Armani, héroe en los penales ante Libertad.
De una noche oscura, salió el sol
La noche pintaba oscura en el Monumental. Pasaban los minutos y River vivía un estado de confusión muy grande. Convivía con esa obligación de ganar que impone su grandeza y la necesidad de evitar una derrota que el tramite del partido mostraba probable. Tenía que buscar el triunfo por ser local y porque los penales nunca son una buena opción, pero también debia retroceder, agruparse mejor, tomar las marcas y fortalecerse defensivamente para no quedar eliminado. River sabía en los últimos 20 minutos que tenía que ganar pero que estaba mas para perderlo. Ante ese dilema dudó y se quedó a mitad de camino. Porque no resignó el deseo de ganar ni tampoco ocupó mejor los espacios al tener un hombre menos. La pasó mal. Hubo sustos grandes con aproximaciones peligrosas en el arco de Armani. Tanto se sufrió que terminamos aceptando los penales (algo siempre traumatico para nosotros) como una buena noticia.
¿Todo fue malo anoche? No. El primer tiempo, River jugó una buena media hora inicial, dominando claramente el partido y superando al rival con el fútbol que generaban Ignacio Fernández y Juan Fernando Quintero, apoyados por 2 laterales como Gonzalo Montiel y Marcos Acuña que iban siempre y lastimaban. Durante ese tramo favorable le faltó soltar más a Galoppo, quien parecía atado a algún aspecto defensivo que lo alejaba del área donde suele ser importante apareciendo por sopresa. Se lo notaba bien Sebastian Driussi y algo mas ausente Facundo Colidio. Asi y todo entre ambos fabricaron el único gol y generaron un par de situaciones mas a las cuales les faltó una mejor resolución para ampliar la ventaja y asegurar el resultado.
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El gesto de Borja ante Libertad que hizo que el Monumental se viniera abajo: “Hasta las lágrimas”
Lo otro positivo fue que ganamos una definición por penales. Se rompió una racha negativa eterna y se logró, como en aquella Copa del 2019, clasificar a cuartos de final por esta vía que nunca nos despierta confianza ni expectativas. Esta vez los penales nos regalaron una sonrisa. Los antecedentes del 2025 no eran buenos. Derrota con Talleres de Córdoba en la Superfinal y caída ante Platense por el torneo local. Nunca queremos llegar a esa instancia. A lo largo de la historia perdimos muchas copas importantes por culpa de los penales. Pero esta vez por como venía la noche en vez de un castigo parecían un premio. Era la jornada ideal para romper ese trauma. Ganamos el sorteo, empezamos pateando y en el arco que nos gusta. Fue Nacho y convirtió el primero que siempre es clave. Inmediatamente vino el penal fallado de Libertad y la enorme ejecución de Miguel Borja para ponernos 2 a 0 arriba. Todo venía derecho hasta que a Acuña le atajaron el suyo y otra vez a sufrir. Por suerte solo un ratito, porque los paraguayos volvieron a errar y parecía que esta vez finalmente se nos daba. Lo hizo Martinez Quarta para compensar un poco su mal partido y apareció en todo su esplendor Franco Armani para convertirse en el héroe que haga explotar de felicidad a todo el Monumental.
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Momento clave: el reconocimiento de Gallardo a la hinchada de River previo a los penales vs Libertad
Era el grito loco por el festejo de una clasificación tan deseada como angustiosa. De desahogo tras una actuación que otra vez nos deja muchas dudas y pocas certezas. Nos vimos afuera y eso nos hizo sentir mal. Estamos adentro y eso nos pone contentos. Es una clasificación para que la gente festeje y Marcelo Gallardo la analice. Hay un mes por delante hasta llegar a los partidos con Palmeiras para mejorar y crecer. Lo exprese la senana pasada y lo vuelvo hacer ahora: jugando asi no nos va a alcanzar. Si River no encuentra una estructura de equipo que le permita desde sus movimiento defender y atacar mejor, no tiene un gran futuro en esta competencia. Hay tiempo por delante. Va a recuperar a Maxi Salas, agarrará ritmo Juan Carlos Portillo y el plantel será mas amplio y con mas variantes. Es fundamental jugar mejor. Ser mas duros y sólidos atrás. La zaga central no es confiable y ese es un mal síntoma para estos mano a mano. Se necesitará trabajo, convicción e inteligencia para planificar adecuadamente una llave con los brasileños en la que no somos favoritos. Ojalá se aprovechen estas semanas para poder estar a la altura y seguir alimentando el sueño de la 5ta Copa Libertadores de nuestra historia. Sueño aún latente gracias a las manos del enorme e indiscutible Franco Armani, quien hoy nos permite festejar y ser felices aun estando preocupados.
