Más de 60.000 hinchas alentaron a River en el Monumental, donde gozaron con una de las mayores goleadas en la historia futbolística del club. Hubo varias ovaciones e incluso chicanas a los rivales de turno.

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El jueves 21 de septiembre de 2017 quedará grabado en la memoria de los hinchas de River. La primavera de ninguna manera tendrá que ver con el recuerdo, debido a que el 8-0 sobre Jorge Wilstermann rompió cualquier pronóstico optimista para dejar atrás la incertidumbre y darle rienda suelta a la alegría en el estadio Monumental, colmado por más de 60.000 hinchas del Millonario. Una semana atrás todo era preocupación y, en el caso de los más pesimistas, resignación absoluta. El 0-3 en Bolivia dejó al Más Grande muy cerca de la eliminación, pero Marcelo Gallardo y sus dirigidos revirtieron la serie con holgura y un marcador impensado.

A medida que pasaron los días se renovó el entusiasmo. Todo el Mundo River se cargó de optimismo a través de un efecto contagio, como si se tratara de un virus benévolo. Simpatizantes, jugadores, miembros del cuerpo técnico, dirigentes y exfutbolistas del Millonario dejaron mensajes de esperanza. Aunque el corazón podía ganarle a la razón, sabiendo que un gol del equipo boliviano era capaz de derrumbar cualquier plan, se generó un clima de ilusión que llegó hasta Núñez para instalarse en las horas previas al gran partido correspondiente a los cuartos de final de la Copa Libertadores de América.

Desde temprano las inmediaciones al estadio Antonio Vespucio Liberti se transformaron en una gran medida para entender lo que causa tanta ansiedad. Mientras las lluvias ganaban protagonismo, varios fanáticos caminaban por las calles aledañas al Monumental e incluso muchos optaron por refugiarse en el Museo River. Poco a poco fue arribando gente hasta que después de las 17 horas una marea roja y blanca esperaba en los vallados para acceder a las tribunas, cuyas puertas se abrieron con más de una hora de demora. La paciencia y la ansiedad disputaban un partido aparte, como una suerte de previa a la gran cita copera.

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Además, el banderazo para darle la bienvenida al plantel, que estuvo concentrado en Cardales, provincia de Buenos Aires, era otro motivo de entusiasmo. Sin embargo, mucha gente optó por asegurarse un lugar y cumplir al pie de la letra con las indicaciones de la Subcomisión del Hincha, nuevamente brillante en la organización de la fiesta al ubicar inflables rojos y blancos para darle un recibimiento espectacular al equipo cuando salió a la cancha al mismo tiempo que los cohetes desde afuera y las bengalas de humo en las tribunas lograban un colorido propio de las finales internacionales que River disputó en los últimos años.

Con semejante clima de optimismo potenciado, restaba lo más difícil de todo: dar vuelta la serie o al menos alcanzar una definición por penales. Los jugadores estuvieron a la altura de las circunstancias y, tras escuchar “River, mi buen amigo”, “sooooy de River” y “esta noche tenemos que ganar”, respondieron con tres goles en apenas 18 minutos, una locura impensada para llamar a las dedicatorias para quienes lo miraban por Fox deseando un resultado adverso: “El que no salta, abandonó”. Más tarde, llegó el 4-0 que ponía a La Banda en semifinales y provocaba la ovación hacia Gallardo: “Muñeeecooo, Muñeeecooo”.

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El primer tiempo terminó con esa diferencia tranquilizadora de cuatro tantos, aunque no definitiva porque una conquista visitante nuevamente obligaría a estirar la distancia. Los miles de aplausos resumieron una gran satisfacción de la gente, que enloqueció cuando Ignacio Scocco puso el 5-0, apenas iniciada la segunda parte. De ahí en adelante, el Monumental fue un salón de fiestas gigantes, con más goles, y el “oooleee” como consecuencia de la ola de pases y paredes. Hasta hubo espacio para chicanear a Cristian “Pochi” Chávez, de flojo ingreso: “Ponelo a Chávez, la pu… que te parió”.

No sólo existió reconocimiento para Napoleón, sino también para Scocco, Enzo Pérez y dos protagonistas de varias batallas como Jonatan Maidana y Leonardo Ponzio. “Que gane River todo el año es carnaval” se convirtió en el hit para exponer una alegría imposible de explicar con palabras. Sonrisas anchas, celulares en alto para registrar tamaña noche histórica, burla al decirle adiós a los 2.000 hinchas visitantes (“se van para Bolivia con el…”) y la esperanza renovada porque El Más Grande se clasificó a las semifinales de la Libertadores. ¡Vamos todos unidos, vamos, no nos quedemos!

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