Iván Alonso valora al máximo su estadía en River, donde tiene como desafío progresar en materia de rendimiento y aumentar la cantidad de goles. Los increíbles detalles de su cuidado personal.

Arribó con 36 años al Más Grande. Generó críticas, prejuicios y una catarata de reparos. Sin embargo, Alonso revirtió mucho de los conceptos negativos gracias a lo que realmente vale: el rendimiento dentro del campo de juego. Señaló 6 goles oficiales en 20 presentaciones (1.170 minutos) y pretende incrementar esa cifra a partir de la segunda parte del año.

“Llegué a un equipo armado y mi idea era ponérsela difícil al entrenador. Terminé contando con minutos, jugando de titular y marcando una cantidad de goles que tal vez no fue muy elevada, pero me llevó a ser el segundo goleador del plantel. En este semestre espero ayudar al equipo el máximo posible y superar la cuota de goles“, manifestó el delantero uruguayo, en una entrevista que le concedió a Olé.

Además, Alonso explicó cómo aplica su experiencia, ya con 37 abriles: “Con los años jugás con más inteligencia que egoísmo. Cuando estaba en Uruguay, si estaba en el área intentaba hacer la mía porque la única manera de destacarme era pensar en mí para que después dijeran ‘mirá este delantero, hizo 12 goles’. Al delantero muchas veces no se lo juzga por lo que juega sino por los goles que hace”.

Aunque el punta charrúa entendió que hay otros aspectos que terminan siendo de mayor relevancia. “Con el tiempo me fui dando cuenta de que llega un punto en el que no es tan importante lucirse personalmente. El fútbol me enseñó que el jugador que juega para él, en realidad juega para el rival. Y el que juega para el equipo, el equipo juega para él“, analizó, dejando un mensaje claro acerca del valor colectivo.

Con respecto a su llegada al Más Grande, Alonso dio detalles, incluso con un anhelo desde pequeño: “Marcelo (Gallardo) ya me había querido cuando dirigió en Uruguay, pero Toluca no me había querido vender. Me llamó otra vez, me preguntó si estaba preparado para el reto de jugar en River, acepté y acá estoy. Mi sueño de chiquito era llegar a Primera y saltar rápido al fútbol argentino. Jugaba en River de Uruguay y le decía a mi viejo que quería pasar al River de Argentina y después a Europa. Que a los 36 un entrenador como Marcelo y una institución como River me hayan querido dar la oportunidad, para mí es un orgullo, un placer y un honor“.

Pese a los cuestionamientos, el ex-Nacional aceptó el desafío sin pensar en el qué dirán: “Si al hincha de River le hablaban de Iván Alonso, era hablarles de un desconocido prácticamente. Y decir que uno de los refuerzos para el ataque iba a ser un delantero de 36 años, a punto de cumplir 37… Yo me pongo en el corazón del hincha y lo entiendo. Es normal que digan ‘están locos’. Lo único que dije es que con palabras no iba a cambiar el parecer de la gente: tenía que seguir haciendo lo que hice en toda mi carrera deportiva“.

El cuidado personal como herramienta

“Todo lo que sume en el alto rendimiento, aunque sea un 0,01%, es bienvenido. Esas cosas son las que quizás en el minuto 93 te ayudan a llegar a un cierre o a definir. En los pequeños detalles es adonde uno empieza a ganar. Veo a chicos con ganas de crecer y aprender, con ganas de copiar a muchos ejemplos buenos que tiene este plantel”, explicó Alonso, acerca de su profesionalismo y las ganas de progresar que muestran varios chicos. Y confesó: “Como cada tanto un asado, pero mis amigos saben que no soy muy partidario de la carne por cómo afecta a nuestros músculos. Entonces, me hacen pollo o pescado. Lo fundamental en un deportista es un buen entrenamiento, un adecuado descanso, una buena alimentación y una buena suplementación. Con eso no tenés cómo errarle”.

Estuvo cerca del retiro anticipado

Cuando tenía 34 años, Alonso realizó un tratamiento que lo mantuvo al margen de las canchas. “Después de unos estudios en el Toluca, tuve que dejar de hacer actividad para saber si tenía una enfermedad genética o si tenía corazón de atleta. Fueron seis meses totalmente sedentarios porque el tratamiento me obligó a dejar de competir y hasta de entrenar. Al conocer esto me fui a la mejor clínica cardiológica de Estados Unidos, en Cleveland, para someterme a todos los chequeos correspondientes. No me interné, pero volví cada tanto a hacerme estudios. Hasta que por suerte se comprobó que lo mío era corazón de atleta y pude volver a jugar”, reveló.

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