Hoy escribo con bronca. Con la impotencia y la tristeza de que esto no cambia más. La alegría del pueblo, la distracción de nuestros males, el divertimento en el medio de la vorágine de la vida se sigue manchando con sangre ante la mirada gorda de los que mandan.

Es inconcebible, inhumano, anormal, asumir que el ir a la cancha signifique aguantar los palazos, las corridas, los amontonamientos, la represión, el gas pimienta y hasta las balas. No podemos seguir avalando y naturalizando algo así. “Y bueno, si vas a la cancha sabés cómo es”. No, no es así, no tiene que ser así. Es demencial tener que levantar a tu hijo en hombros, esquivar a los hinchas que están en el piso y caminar rígido ante los macanazos policiales que si no discriminan entre el que está cometiendo un delito y el que no, mucho menos lo hacen por edad o género.

Pegan porque sí. No les importa que los que estamos enfrente somos pares. Sí, ellos, nosotros, todos luchamos para llegar a fin de mes, vemos el mismo programa de televisión, disfrutamos de estar con nuestras familias, puteamos a los políticos. Pero el casco funciona como una especie de microchip insertado que enceguece.

Vamos a la cancha desde que tenemos memoria y las cosas siguen pasando como en la prehistoria. Ingresos ‘pensados’ por el enemigo, que no facilitan al hincha que logra llegar a la cancha post trabajo después de viajar por la Provincia o la Ciudad sorteando las incomodidades del transporte público atestado de gente. Y ahí es cuando ellos se ven colapsados y sin la capacitación adecuada para controlar a una masa que incluye personas apuradas y muchos que incluso no saben comportarse en eventos masivos. Pero ahí es donde el operativo de seguridad tiene que sacar las credenciales de protección, de profesionales a la hora de cuidar a la gente.

Y todo queda en esto. “Qué terrible lo que pasó con los hinchas de River, uno baleado, otro internado”, nada más. Pasa. Hasta el próximo partido en el que vuelve a ocurrir. No nos cuidan los políticos (lo sabemos desde que nacemos), no nos cuidan los organismos de seguridad ni los dirigentes del fútbol argentino, no nos cuida nadie. Entonces cuidémonos nosotros. Y no sólo los hinchas de River. Todos los amantes del fútbol. Los que se llenan los bolsillos lo hacen gracias a nosotros, golpeemos donde más les duele. ¿Todos juntos se imaginan? Hinchas de River, Boca, San Lorenzo, Independiente, Racing, Huracán, Rosario Central, Newell’s, todos diciendo BASTA.

Hay que hacer click, hoy no me pasó a mí ni a vos. Esa pierna ensangrentada no es la mía ni la tuya, pero en serio, mañana puede serla. Juntémonos, exijamos las garantías necesarias para poder ir a la cancha y disfrutar de un partido de fútbol. Nada más que eso. Ser tratados como humanos.