River exhibió un nivel demasiado pobre en Florencio Varela, donde la formación alternativa ni la lluvia de ninguna manera fueron justificativos del flojo rendimiento en la caída 0-1 frente a Defensa y Justicia.

A los 44 minutos del primer tiempo, un rayo iluminó la noche. Pero River ya estaba partido mucho antes sin que ese rayo fuera la causa: era un equipo largo, repleto de dudas, confundido. Es que cuando apenas habían transcurrido 120 segundos del inicio, un golazo de Walter Busse lo golpeó de lleno. Noqueado, podría haber recibido otro revés, aunque Julio Chiarini y algunos cruces de Emanuel Mammana impidieron que el panorama se oscureciera aún más, a la par del cielo.

River estuvo a la deriva en Florencio Varela, deambuló por la cancha. No tuvo que navegar por el diluvio, debido a que el excelente estado del campo de juego soportó un auténtico aguacero. Entonces, la actuación de anoche no resiste excusas de ningún tipo. Sin defensa alguna. O con Defensa, pero El Halcón, ampliamente superior en el primer tiempo y práctico para cerrarle los caminos a un Millonario que se los cerró solos durante el complemento, cuando al menos asumió el protagonismo.

Marcelo Gallardo, cuya capacidad fue decisiva siempre, deberá revisar algunas improvisaciones posicionales que no dan pie con bola -Augusto Solari como lateral, Guido Rodríguez de zaguero y Sebastián Driussi como volante interior, por mencionar ejemplos- y resienten el funcionamiento. River fue un equipo largo, desprolijo para atacar, aunque esta vez de forma nociva, sin sorpresa, y para defender. Fue avasallado durante los minutos iniciales y la pasó mal hasta el descanso, dando ventajas a la espalda de la defensa.

Como si fuera poco, hubo imágenes que anticiparon la noche torcida, sin vuelta atrás. Un derechazo de Gonzalo Martínez que terminó en una tribuna, un cambio de frente que Driussi envió a la platea nueva y el colmo: un tiro libre que Tabaré Viudez en el que la pelota, como consecuencia del viento que avisó el vendaval, se le movió. Además de Chiarini y Mammana, zafaron Saviola -pese a sus altibajos- y Lucho González, siempre como opción de pase. El resto osciló entre un nivel pobre y desastroso, especialmente en la defensa y la zona del medio campo.

River fue casi inofensivo. Estuvo impreciso. Por momentos, abusó del pelotazo. Fue ineficaz tanto en el juego largo como en el corto. El 4-2-3-1 careció de volumen futbolístico. La formación quedó partida. Aun así, gracias a la diferencia de un gol, hubo esperanzas hasta el cierre. Driussi desaprovechó una oportunidad clara. Lo propio sucedió antes con Solari y compañía en algunos rebotes. Fue una jornada fatídica. Nada salió bien y hasta el Muñeco fue expulsado. Ahora, a pensar en Aldosivi, pero sobre todo en la Copa Sudamericana.

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