Diego Armando Maradona estuvo cerca de jugar River. Realmente muy cerca. Corría el año 1981, cuando la dirigencia del club decidió apostar de lleno al entonces crack juvenil de Argentinos Juniors. Un tiempo antes, más precisamente el 5 de mayo de 1980, Pelusa se lució en el estadio Monumental al señalar los goles del 2-0 en favor del conjunto de La Paternal.

Tras ese encuentro el presidente Rafael Aragón Cabrera realizó una reunión con la Comisión Directiva para dejar en clara la intención de incorporar sí o sí a la figura rival. Sin embargo, Maradona tenía un preacuerdo con el Barcelona (España), donde no podía incorporarse hasta que pasara la Copa del Mundo 1982. Mientras tanto, en La Paternal había necesidad de dinero en efectivo y una cotización por la joya del semillero: diez millones de dólares.

¿El plan para pagarlo? La idea era que 1.000 socios aportaran 10.000 dólares por cabeza para llegar a la cifra mágica. La contraprestación sería de una platea por 20 años, es decir hasta el 2000. Sin sustento para esa estrategia, se activó una alternativa: seis palos verdes más dos jugadores sin cargo para Argentinos, a elegir entre Leopoldo Luque, Pablo Comelles, Héctor López, Luis Landaburu, Pedro González y Alfredo De Los Santos.

Los números de Maradona inevitablemente despertaban entusiasmo al soñarlo como refuerzo. Sus 116 goles en 166 partidos oficiales para el Bicho desde 1976 hasta fines de 1980, incluyendo cuatro veces al hilo como máximo artillero del fútbol argentino, representaban una auténtica tentación para los grandes clubes locales e internacionales.

“Maradona aceptó pasar a River Plate” fue el título de la quinta edición de Crónica -en aquella época existía un ejemplar de carácter vespertino-, el sábado 17 de enero de 1981. Desde La Paternal hubo una voz oficial contundente. “Yo estoy al margen de eso que se habla”, aseguró Próspero Cónsoli, presidente de Argentinos. En la vereda de enfrente, el secretario Pablo Abbatángelo jugó fuerte en El Gráfico: “Maradona quiere jugar en Boca”.

La novela del verano ya estaba en marcha, una nueva puja entre River y su eterno rival. “Yo nunca dije que quiero ir a Boca. Es muy remanido eso de que soy profesional y juego en cualquier lado, pero es la verdad. Si Argentinos me vende a Ferro y nos ponemos de acuerdo, yo juego en Ferro”, le avisó Diego a El Gráfico, en una nota publicada el 3 de febrero de 1981.

El punto de inflexión paradójicamente se dio en el mismísimo estadio Monumental. Maradona, rodeado por Claudia Villafañe -fue su pareja durante largos años- y algunos familiares, acudió a un palco para presenciar un torneo internacional de fútbol infantil. Un grupo de dirigentes de River insultó al jugador, quien molesto le confirmó una postura a su entorno: “A este club no vuelvo más”.

Para colmo, las negociaciones entre Aragón Cabrera y Jorge Cyterszpiler encontraron una enorme diferencia económica. El representante de Maradona exigió 250.000 dólares anuales para el crack, es decir una cifra ampliamente superior a varios consagrados como Norberto Alonso, Daniel Passarella y Ubaldo Fillol. La negativa del presidente de River fue rotunda, sabiendo que eso traería acompañado el reclamo de los referentes para ganar el mismo dinero.

“Lo de River quedó muerto por el ofrecimiento de Aragón Cabrera de ganar lo mismo que Fillol y Passarella, que son los que más ganan. Y yo le dije que no tengo problema de que ellos ganen más, pero yo quiero lo que pido. Tenía la ilusión de ir a River, pero Aragón Cabrera me la derrumbó. Ahora está lo de Boca”, reveló Maradona, en declaraciones a los medios televisivos. Unos días después, más precisamente el 18 de febrero de 1981, el Diez firmó en el club de Brandsen 805.

Dieciocho años más tarde hubo un testimonio del lado de River sobre lo sucedido. Hugo Santilli, vocal opositor durante el momento en el que se frustró el pase y presidente unos años luego, le explicó a Olé qué ocurrió: “Fue un error histórico. Sólo faltaba firmar por alrededor de tres millones de dólares, con un financiamiento importante de otros tres millones. Maradona, convencido por los dirigentes de Boca, hizo tiempo para que se cayera su pase a River. Ése fue un error de Aragón Cabrera por no apurar el cierre de la operación”.