Todavía duele la caída en el Superclásico, pero River tiene la posibilidad de obtener un nuevo título, inédito en su gloriosa historia. Gallardo, consciente de eso, buscará una reacción inmediata de sus dirigidos para afrontar con toda la confianza posible la gran final frente a Rosario Central.

La base es otra. Más allá de que permanecen Jonatan Maidana y Leonardo Ponzio, entre otros, River alteró su fisonomía. Cambió el esquema, tiene otras características, perdió regularidad. Sin embargo, conserva en el banco a Marcelo Gallardo, el cerebro del éxito. Si bien es verdad que heredó un plantel ganador, después de varios golpes, la realidad indica que, fiel a su anuncio en la primera conferencia de prensa, lo potenció. Transformó a un buen equipo en un equipazo, casi invencible, fuerte mentalmente, multicampeón. Hoy, la situación es otra, se encuentra en construcción sobre la marcha. Ni siquiera pasó un semestre con la estructura actual como para fortalecerla al máximo.

Pero el Muñeco sí es capaz de lograr una rápida solidez mental en el grupo. Al fin y al cabo, los objetivos marchan bien. River levantó la Recopa y está en la instancia decisiva de la Copa Argentina. Algún trasnochado cuestionará el camino. Sí, eliminó a dos rivales de categorías inferiores y doblegó a adversarios de menor jerarquía, tan cierto como que ningún partido se gana de antemano, sobre todo cuando la serie es a un solo encuentro. Y en el torneo local mira desde lejos la punta. Relegó puntos insólitos, aunque hay mucho camino por delante, no es imposible entablar una seguidilla de triunfos el año que viene.

Por lo pronto, Gallardo ayer hizo hincapié en la parte anímica. “Les dije a los jugadores que vamos a sufrir el dolor de esta derrota, nos costará dormir esta noche (por ayer), pero cuando volvamos voy a tener jugadores que quieran tener revancha para recuperarnos, pero pensando que la revancha es una final, es un título”, sentenció. Hay un antecedente significativo que avala al DT: después de un 0-5 tremendo en Mendoza, River superó claramente a San Lorenzo en el Monumental y luego ganó en el Bajo Flores para quedarse con la Recopa. ¿Otro ejemplo? A menor escala, tras el 0-2 del 3 de mayo de 2015 en el Superclásico, El Más Grande eliminó a Boca en los octavos de final de la Libertadores. Con fútbol y, sobre todo, actitud positiva.

Ahí apunta Gallardo, a la actitud de sus dirigidos, al fuego interior. A la motivación, nada menos. El orgullo por vestir el manto sagrado, la responsabilidad y el privilegio que representan utilizar la banda roja. Hay un título por delante. La Copa Argentina, inédita en las vitrinas del Museo River, implica un desafío, la chance de dar una vuelta olímpica. Como si eso fuera poco, es el pasaje directo a la fase de grupos de la Libertadores. Esa Libertadores que el Muñeco sabe cómo jugar. Esa Libertadores que motiva muchísimo. Esa Libertadores que otros clubes no jugarán. La mejor revancha para este plantel es ésa, salir campeón y meterse en la copa. Es la mejor inyección anímica.

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