El volante surgido en las Inferiores del club, que ingresó en el complemento, tuvo una chance clara para convertir y cerrar el partido, pero la pelota se fue al lado del palo. Tras el Superclásico se lamentó ya que si la metía sería “para toda la vida”.

Pasó por al lado del palo. El partido estaba en la agonía. Ramón le pedía a Pitana que termine el encuentro, que ya era la hora. En las casas, los bares, en cada rincón del país, los hinchas se agarraban la cabeza. No lo podían creer. El Millonario volvía a ganar en La Boca después de diez años por un frentazo de Funes Mori. Sí de Funes Mori.

En ese momento, Lanzini recibió un pelotazo largo. La controló. Pensó y vio llegar a Matías Kranevitter. El volante central, de gran historia en los Superclásicos de Inferiores la recibió y eludió a un rival para quedar mano a mano con Agustín Orión. Fue allí cuando los simpatizantes de La Banda le pidieron, le rogaron: “Hacelo, por favor hacelo”.

Pero la definición cruzada se fue por al lado del palo. Era el 3 a 1 y el descontrol que no fue impedido porque, tras esa jugada, Pitana terminó el encuentro. Dos días después de ese momento, Kranevitter le confesó en declaraciones a Olé: “Me tocó jugar pocos minutos pero lo disfruté mucho. Y si entraba esa pelota del final iba a ser algo soñado, increíble, para toda la vida”.

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