Inevitable paralelismo con la serie del momento en Argentina y todo el mundo. Cuando todo parece desmoronarse, Marcelo Gallardo saca un as debajo de la manga y te canta vale cuatro.

No siempre lo parece, pero tiene todo bajo control. Desde las “sombras” maneja en forma maestra los hilos de un equipo valiente, renegado, dispuesto a todo. Un equipo lleno de debilidades, de temores lógicos, de obstáculos a cada paso. Un equipo armado hasta los dientes, pero que tiene todo el aparato oficial en contra, todo el poder de turno dispuesto a evitar que cumpla con su objetivo. El plan maestro es quebrar el sistema y llevarse todo, algo difícil para un hombre marcado por una infancia dura, rodeada de sinsabores. Él quiere dar el gran golpe y para ello reunió a hombres de su confianza. ¿Infalibles, perfectos, superpoderosos? No. Son de su confianza y con eso basta para enviarlos al ojo del huracán, a plantarse frente al establishment en el escenario más peligroso.

Claro, hablamos del personje “El Profesor” en “La Casa de Papel”, la serie furor del verano argentino. Es el cerebro del grupo de atracadores que se anima a entrar a La Casa de Timbre y Moneda de Madrid para llevarse un botín millonario sin robar un solo billete. Y por supuesto que también hablamos de Marcelo Gallardo, ese DT que por momentos desconcierta pero que, cuando se trata de dar un gran golpe, no falla. Simplemente porque logra tornarse tan ingenioso como impredecible en su táctica. Y podrá sucumbir en algunas “batallas”, pero seguro gana la “guerra”. Y con armas nobles: fútbol y coraje.

Al igual que El Profesor, al Muñeco debe rebuscárselas para no quedar atrapado en la telaraña del poder de turno. Claro, no le toca burlar a la policía nacional ni a los servicios de inteligencia, pero sí sobrevivir al entorno hostil de una AFA “gerenciada” por reconocidos hinchas del eterno rival. Una AFA que observa una estrecha relación con el gobierno político de turno y con la confederación regional imperante. Y, a los habituales desafíos de cualquier entrenador, se le presentan fallos arbitrales inexplicables, presiones en los medios afines al poder, sanciones sin fundamentos…

Y allí va por la gloria. Una gloria que, como El Profesor con el dinero, no quiere arrebatarla. Tiene que fabricarla. Con su equipo, sus ideas, con sus propios medios. Contra todo, y en las más difíciles, el Muñeco agudiza el ingenio, frota la lámpara y sale airoso para darnos otra alegría. Por él, por su pasado, por sus jugadores, por su gente… Su casa no es de papel; es de cobre, bronce, plata y oro. Porque está repleta de trofeos. Esos que alguna vez soñó de chico y prometió a su padre.

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