Nicolás De La Cruz atravesó horas turbulentas durante la mañana del miércoles. Es que el foco de atención dejó de estar en la visita de River a Cerro Porteño para obligarlo a declarar por una causa abierta tres años y medio después de que protagonizara una gresca en la final de la Copa Libertadores Sub 20 que Liverpool (Uruguay) disputó frente al Sao Paulo en el estadio Defensores del Chaco. Sin embargo, una fianza de 8.500 dólares entre pena económica y donación le permitió liberarse del problema.
Ahora, más allá del desafío netamente futbolístico, el volante uruguayo de 23 años no sólo estará compenetrado en ganarse un lugar entre los once iniciales -parece una fija, teniendo en cuenta que no jugó contra Talleres-, sino que también en ciertos cuidados en la fricción del juego. Si bien está claro que ningún jugador se guarda nada con Marcelo Gallardo como DT, sí existe la idea de no ver una tarjeta amarilla por circunstancias menores como una protesta, patear el balón u otra acción ajena al desarrollo del partido.
Amonestado frente a Cruzeiro y el jueves pasado, De La Cruz es el único jugador de River al borde de la suspensión. Aunque eso no resultará un motivo central de atención, su presencia en una hipotética semifinal de ida dependerá de no llegar a la tercera amarilla, como le sucedió a Enzo Pérez cuando concluía el primer tiempo disputado en el estadio Monumental.
Por lo pronto, es muy posible que el hermano de Carlos Sánchez forme parte del once inicial frente a Cerro Porteño. Habrá que ver si como volante por afuera o de mediocampista interno. Su punto de partida estará sujeto al esquema táctico que elija el Muñeco.