El delantero Millonario luchó en inferioridad numérica y sin demasiada compañía contra la defensa rival. Fue el único que llevó peligro para el arco de Orión, pero no le alcanzó.

Esta tarde, en un Monumental que ofreció un marco imponente, River no estuvo a la altura de la hinchada y jugó, probablemente, el peor partido desde que Marcelo Gallardo es el director técnico. No encontró los caminos, no tuvo ideas y evidenció impotencia de principio a fin.

Hubo un solo jugador que entendió cómo afrontar el encuentro y ese fue Lucas Alario, que, sin brillar como en otros compromisos, complicó en soledad a la defensa de Boca. De todos modos, no contó con el apoyo de sus compañeros y no pudo lastimar.

Luchó en inferioridad numérica a lo largo de todo el partido, y, por momentos, generó peligro, sobre todo apoyado en su interesante juego aéreo. Dos cabezazos a quemarropa que fueron desviados por Agustín Orión se traducen en la clara prueba de ello.

+ Uno de los intentos de Alario: