Stefano Di Carlo se transformó en el nuevo presidente de River luego de imponerse en las elecciones del pasado sábado con el 61.7% de los votos. Era de esperarse que el oficialismo venciera a las listas opositoras, aunque, a diferencia de los últimos comicios, la diferencia fue menor respecto al triunfo de Jorge Brito en el 2021. Ahora, el flamante presidente tendrá varias obligaciones inmediatas vinculadas al fútbol profesional, que está al borde del KO.

El futuro de Gallardo y la Copa Libertadores

Tras el papelón ante Gimnasia de La Plata en el Monumental, uno más en condición de local y en donde la gente reprobó a futbolistas, dirigentes y cuerpo técnico, al Millonario se le viene un partido bisagra. Bisagra de verdad. El equipo tocó fondo y profundiza su crisis futbolística. El próximo domingo 9 de noviembre, visitará a Boca en La Bombonera para una nueva edición del superclásico que tendrá un condimento extra: los dos equipos se juegan mano a mano la clasificación directa a la próxima Copa Libertadores.

Podría decirse que además de ser una obligación ganarle a Boca, como marca la historia de River, este superclásico también representa una bomba a desactivar casi de cualquier forma por la nueva dirigencia. Este plantel y cuerpo técnico no puede darse el lujo de decepcionar nuevamente a los hinchas, en especial Marcelo Gallardo, por eso también para Di Carlo será un partido crucial: podría pasar de un espaldarazo inicial, en caso de ganar, a empeorar un caos futbolístico que parece no tener fin, en caso de perder, y que lo podría llevar a tomar decisiones muy fuertes.

Está en juego el futuro de Gallardo y el propio entrenador deslizó en la última conferencia de prensa que a fin de año hará un balance y definirá qué tantas energías tiene como para quedarse en el club. Hoy, para muchos hinchas, es más un no que un sí su continuidad, pero todo dependerá del propio DT, de los límites que le marque -o no- la nueva dirigencia y de los resultados que consiga de acá a que termine el año.

River protagonizó otro bochorno en el Monumental, Gallardo se fue sin hablar y su futuro empieza a estar en la cuerda floja.

Y no es solo el superclásico: la presentación de La Bombonera casi que irá de la mano con la clasificación a la Libertadores 2026. Boca y River pelean cabeza a cabeza por el cupo restante para meterse en fase de grupos por tabla anual -el primero es para Rosario Central, salvo que salga campeón del torneo local- y, después de gastar lo que gastó en refuerzos, para el CARP sería un bochorno sin precedentes conformarse con una Copa Sudamericana. Está a cuatro de Boca con seis en juego.

Por eso, a la nueva conducción se le avecina un partido trascendental que marcará varias cuestiones determinantes para el futuro del club: cómo queda posicionado River en la tabla anual, el humor de los hinchas, la confianza hacia Marcelo Gallardo y la paciencia con varios apellidos importantes del plantel de cara al año entrante.