Lamentablemente en la fecha 18 y con nueve partidos todavía por jugar, River ya se quedó afuera de la lucha por una nueva estrella en el ámbito local. La derrota con Talleres y los empates con Platense y Vélez en esta reciente recta final representaron una cosecha de sólo dos puntos sobre nueve y la imposibilidad de descontarle al puntero, habiendo jugado contra ellos en el Estadio Monumental.
Suena a demasiado temprano para ya no tener la ilusión ni tampoco estar en la discusión por ser campeón. La exigencia, el status y el papel protagonico que River siempre debe asumir, obligan a tener una actuación diferente dentro de una Liga mediocre como la que viene imponiendo la AFA en estos últimos años. En un campeonato de Primera División, donde insólitamente participan 28 equipos, River no puede quedarse a mitad de camino en la fecha 18. Es cierto que aún quedan 27 puntos en disputa y la diferencia con el primer lugar de la tabla es de 11. Matemáticamente las posibilidades todavía existen. El problema es el contexto. River no le encontró nunca la mano a este Campeonato. Empató mucho, ganó poco y casi no hizo goles. Solo seis victorias en 18 encuentros y apenas 21 tantos anotados en ese mismo período de partidos.
Números flojos y problemas futbolísticos
A lo numérico se le suma lo futbolístico. Prácticamente nunca pudo jugar bien ni ser un equipo que logre imponerse. Desde el rendimiento no hay un gran partido de River en toda la Liga. Quizás pueda ser aquel 3 a 0 a Belgrano en el arranque de este torneo o el último 4 a 1 frente Atlético Tucumán de hace algunas semanas. Poco. Muy poco para lo que pretendemos de River a nivel juego. En materia de resultados sin dudas la alegría más importante fue el triunfo en La Bombonera. Que tiene casi el mismo valor que un campeonato. El Superclásico siempre es un mini torneo dentro del propio torneo y haberlo ganado de la forma que lo hizo, genera que ese partido represente el picó más alto en lo anímico y la felicidad de todo el Mundo River.
Las dos caras de River ante Vélez
Con Vélez pasó algo similar a lo que viene sucediendo. Un tiempo decepciona y en el otro entusiasma. En una mitad el equipo no patea al arco y en la otra genera una situación de gol tras otra. Será ver el vaso medio lleno o medio vacío. Esa es una decisión de cada hincha de River que lo analiza y siente a su manera. Por supuesto que el sólo hecho de fraccionar los partidos describe la inestabilidad que tiene en el juego fluido este equipo. No se puede hablar de 90 minutos completos. Solo podemos valorar períodos de 30 o 40 minutos. Pasó con Huracan, también con Talleres y ahora con Vélez.
El que mire el vaso medio vacío afirmará que no se jugó bien y no se pudo ganar de local el partido que determinaría si River seguía o no peleando el torneo. El que mire el vaso medio lleno dirá que en el segundo tiempo River generó mucho y superó al mejor equipo que sin dudas tiene hoy en día el campeonato. Bajo mi punto de vista en esta institución ese tipo de reflexión conformista no suele ser validad ni tener muchos adeptos. La exigencia tradicional de este club siempre solicita y aspira a la excelencia.
Y si bien en el último tiempo tambien hemos comprendido que la paciencia es importante, hay actuaciones y resultados como los que se consiguieron en este campeonato que para River no alcanzan. Motivos para entender este presente local hay muchos. Explicaciones también. Y hasta si se quiere recurrir a alguna excusa se puede hacer por todo lo ocurrido durante este 2024. Lo cierto es que en 18 fechas disputadas la imagen que queda no logra satisfacer las expectativas.
Ni Demichelis ni Gallardo le encontraron la vuelta al torneo local
Ni con Demichelis ni tampoco con Gallardo. La diferencia es la espalda y seguridad que provoca la presencia del Muñeco aún con rendimientos parecidos. Se lo considera el mejor de todos y se cree mucho en la capacidad de su trabajo hasta con números más flojos que los obtenidos por el actual entrenador de Monterrey. Y eso en esta realidad local es algo positivo. Con otro DT hoy existiría un clima mucho más tenso e irritable. Gallardo descomprime absolutamente todo y amortigua estos golpes para que afecten mucho menos en el ánimo de la gente.
Por supuesto que la presencia de River en semifinales de la Libertadores también ayuda. Esté claro que el foco siempre estuvo puesto ahí. Lo explicó muy bien el DT en la conferencia de prensa: la cabeza esta puesta en la Copa. Hasta expresó su deseo de que sea breve la charla con los periodistas para poder irse rapido al hotel y ya ponerse pensar en Atlético Mineiro. Y aunque no nos guste ver un River distinto según el torneo, es inevitable encontrar una justificación válida en este sentido. Así lo marca la realidad. Hasta el momento ha sido mejor y más competitivo el River de la Libertadores que el River del Ccmpeonato.
A pensar en Mineiro
¿Son otros jugadores? ¿Es otro técnico? No. Son los mismos protagonistas. Lo que es diferente es el espíritu. La Copa enciende y el cmpeonato quizás no tanto. Hay otro entusiasmo y otro carácter. Una estrategia distinta en donde se planifican 180 minutos. La cabeza y el corazón se hacen más fuerte en lo internacional y hacia allá vamos todos. Porque la gente también quiere ganar la Copa por encima del campeonato. Mientras haya vida ahí, no importa nada mas. Si River tiene éxito internacional, el fracaso local no repercute. En cambio si fuese al revés la ecuación no cerraría. Ganar la Libertadores aún perdiendo el campeonato es motivo de felicidad total en el publico. Ganar el campeonato perdiendo la Libertadores no siempre representa lo mismo. Por eso hay que valorar el lugar donde está River. Semifinales del trofeo deseado y con aspiraciones serias de llegar a jugar la final. El campeonato empezó a quedar lejos. En la Copa cueste lo que cueste tenemos que ganar.