River venía volando alto. Muy alto. Tanto que, a la hora de la caída, no supo cómo reaccionar. Después de una seguidilla de grandes partidos, el equipo chocó contra un Platense que lo incomodó desde el primer minuto, y no encontró respuestas. Ni dentro ni fuera de la cancha.

Sin generar peligro y con rendimientos individuales muy bajos, el partido pedía cambios drásticos y rápidos. Las variantes en el segundo tiempo llegaron tarde y, en varios casos, terminaron siendo erradas. Marcelo Gallardo decidió sacar a los que, dentro de un partido chato, mejor estaban rindiendo y dejó en cancha a los que no se encontraban en sintonía.

Gallardo no tuvo ideas en el banco. (Getty)

Los cambios equívocos de Gallardo

El primer movimiento fue el ingreso de Miguel Borja en lugar de Enzo Pérez. River no pisaba el área y el Muñeco sumó presencia ofensiva, pero la pelota seguía muy lejos del arco de Cozzani. Más allá del penal, todas las que tocó el colombiano fueron fuera de su zona de confort.

Un rato después, cuando Franco Mastantuono estaba jugando quizás su partido más discreto en Primera, Gallardo decidió sacar a Facundo Colidio. Justo el único que estaba marcando una diferencia o que lo intentaba. En su lugar ingresó Manuel Lanzini, que volvió a lucir incómodo, metido entre muchas piernas en un mediocampo explotado de gente.

River fue una sombra. (Getty)

Junto con él entró Rodrigo Aliendro. Y su ingreso fue, quizás, el símbolo de un ciclo terminado. No aportó nada, erró varios pases y hasta tuvo una chance clara que definió muy mal.

River debe recapacitar

La derrota con Platense deja mucho más que una eliminación. Deja al descubierto a un plantel que no responde en las difíciles, porque el recambio no está a la altura. Hay partidos en los que las figuras fallan, no son robots, y ahí es donde los suplentes deben dar un paso al frente. Pero, otra vez, no lo hicieron.

La falta de reacción desde el banco refleja una verdad incómoda: el DT no confía en todo su plantel. Por eso no rota demasiado. River necesita una limpieza profunda. Varios nombres deberán dejar su lugar. Y veremos si ahí, finalmente, el Muñeco empieza a mover el banco con más confianza.