El hincha de River vive un momento en el que ve irreconocible al entrenador que le dio la gloria eterna y le brindó una parte de las grandes alegrías de su vida. Con la reciente derrota en el Superclásico, Marcelo Gallardo volvió a dejar en claro que sigue sin encontrar el camino en el segundo semestre y volvió a fallar con decisiones que marcaron el resultado en un partido que todos querían ganar, pero como sucede recurrentemente en los últimos meses, solamente hubo una nueva decepción.
Horas antes del encuentro, entre los celulares de los periodistas circulaba una información que ya parecía inentendible y luego se confirmó: Juan Fernando Quintero, el titular que mayor regularidad tiene en el pésimo presente del equipo y suele ser el futbolista en el que se apoyan sus compañeros para el desarrollo del juego, comenzaba como suplente. Lo siguiente fue la filtración del once, con un dibujo táctico y apellidos que llamaban la atención. Desde allí empezó la incertidumbre con una línea de cinco, que ya había salido mal contra Palmeiras y eligió volver a repetir.
La inclusión de un Paulo Díaz a quien decidió sacar por malos rendimientos, pero lo mete en un duelo clave. Lo mismo con Kevin Castaño, quien cada vez tiene peores actuaciones con el manto sagrado, pero sigue jugando por lo que se pagó por él. También aparecían Sebastián Driussi y Gonzalo Montiel, diezmados desde lo físico por sus lesiones. Sumado a lo mencionado, también fue llamativo haber dejado afuera del banco a Santiago Lencina, quien demostró estar preparado para entrar como un revulsivo, pero lo dejó sin jugar por una decisión táctica. Finalmente, comenzó a correr el reloj.
Gallardo, perdido durante todo el Superclásico
Si bien en el incio el planteo parecía estar funcionando teniendo la posesión y tratando de buscar a los dos delanteros, con el paso de los minutos se fue diluyendo. A los 33 minutos, Maximiliano Meza se tuvo que retirar por una lesión y quien ingresó en su lugar fue Matías Galarza Fonda. Metió a un jugador que nunca demostró estar a la altura del club, resistido por la gente, y tampoco venía teniendo rodaje, ya que había sido suplente y sin sumar minutos en los dos partidos más recientes.

Gallardo
El esquema llegó a su fin con el primer tanto del local, aprovechando horrores defensivos para poner el 1-0. De cara al segundo tiempo desarmó la línea de cinco para ahora sí enviar a la cancha a Juanfer, pero a quien sacó fue a Lautaro Rivero y no a Martínez Quarta que ya tenía amarilla o a Paulo Díaz que estuvo flojo en el gol. Lo sacó al pibe que es uno de los que se salva en esta segunda parte del año. En el inicio del complemento llegó el segundo tanto definitivo y en el tiempo restante no se jugó a prácticamente nada, solamente esperando el pitazo final para concretar un nuevo papelón.

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Hoy por hoy, el River de Gallardo dejó de ser el que todos temían por un funcionamiento claro, una idea marcada y jugadores de verdadera jerarquía para convertirse en un equipo al que todos le encuentran las falencias y las aprovechan sin dificultad alguna. Además, se corre el peligro de quedarse sin jugar la Copa Libertadores 2026, salvo que ocurra un milagro. Claramente, el DT es el máximo responsable con estas particulares decisiones que lo alejan de aquel que en algún momento se ganó ser tatuaje y bandera para todos.





