River rozó la hazaña en el Morumbí, pero cometió errores groseros y terminó perdiendo 1-2. A pesar de ello, tiene prácticamente sellada en octavos de final, instancia a la que únicamente no se clasificará si ocurre una catástrofe sin precedentes.

El balance general indica un déficit futbolístico. Más allá de la esperanza final con mucho amor propio y empuje, River tuvo una actuación muy pobre en Brasil. Como si se hubiera tratado de una continuidad del sábado, estuvo ausente en el primer tiempo. No sólo porque se marchó al descanso en desventaja, sino también porque fue un equipo largo, mal agrupado, con varias fallas colectivas e individuales tanto en el retroceso y la marca como en la elaboración, al punto de que ni siquiera remató de forma desviada.

En la primera parte River fue un equipo largo, sin marca ni elaboración suficientes

La conquista del Sao Paulo para abrir la cuenta llegó a los 28 minutos, cuando Bruno envió un centro para que Jonathan Calleri definiera, luego de un cierre fallido de Gabriel Mercado, marcador central para la ocasión, teniendo en cuenta las bajas de Jonatan Maidana y Emanuel Mammana, ambos por sendas sobrecargas musculares. Marcelo Barovero, fusilado en dicha acción, había sostenido el cero en los tres ataques anteriores, negándole el tanto a Michel Bastos, Hudson y el propio autor del 1-0.

Sin embargo, el campeón de América reaccionó en la segunda parte. Nicolás Domingo, que sufrió en la contención al ser el único volante central, estuvo cerca del 1-1 mediante una volea. Lucas Alario también rozó la igualdad a través de un cabezazo. El crecimiento, acompañado de una actitud mezquina del conjunto local, se derrumbó en la primera respuesta rival: Milton Casco, esta vez en la función de lateral derecho, cometió una infracción, Michel Bastos se encargó de hacerla efectiva y Calleri fue más veloz que Alario para ganar por alto y poner el 2-0.

Gallardo acertó con los tres cambios y le devolvió la esperanza a sus dirigidos

Para colmo de males, una gresca que comenzó a través de una falta de Andrés D’Alessandro -de mayor a menor- dejó a River con uno menos porque Leonel Vangioni le pegó un manotazo a Calleri y lógicamente fue expulsado. De ahí en adelante el panorama era sumamente complicado porque el Sao Paulo sostenía su protagonismo e iba en busca de más, sabiendo que la diferencia de gol podría dejarlo primero en el Grupo 1. Pero Marcelo Gallardo movió el banco de suplentes a tiempo para esclarecer el partido e incluso darle una luz de esperanza a sus dirigidos.

Las entradas de Luis González, Nicolás Bertolo e Iván Alonso torcieron el rumbo. River, con mucho orgullo pese a su ausencia de variantes ofensivas, encontró un camino directo: la pelota parada. Lucho, víctima de una infracción, se puso el equipo al hombro, ejecutó un tiro libre frontal y permitió que Mercado se anticipara a todos para que Alonso completara de cabeza: gol, descuento y la ilusión de conseguir un empate como sucedió un año antes en México. Como si fuera poco, Joao Schmidt fue amonestado por la falta mencionada y otra a Bertolo. Así quedaron diez contra diez.

El cierre fue vibrante. Es que River fue al frente, a todo o nada, dispuesto a recibir un nuevo gol o alcanzar la hazaña. Ninguna de las dos posibilidades ocurrió porque el conjunto brasileño desperdició dos contragolpes claros, mientras que al Millonario le faltó tener una chance para aprovechar el desconcierto local en cada envío aéreo. En ese contexto, Alonso demostró que es capaz de generar riesgo con muy poco. Fue insuficiente, es cierto, y no ocultó una floja imagen en líneas generales. El campeón de América se marchó dignamente, evitó que el dueño de casa lo pasara por encima, aunque eso evita que haya demasiado para rescatar. Ahora, a pensar en Trujillanos y apuntar al primer puesto de la zona, sabiendo a que la clasificación está virtualmente sellada porque una catástrofe sin precedentes es la única forma de impedirlo.

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+ GALLARDO: “Si no jugamos con intensidad, vamos a sufrir”

+ D’ALESSANDRO: “Ojalá a ellos no les vaya bien y a nosotros sí”

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Un cachetazo duro en Brasil

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