Semana perfecta para el pueblo millonario de River. Una nueva estrella el miércoles y la confirmación de punta e invicto el domingo. A eso le podemos sumar el plus de habernos reencontrados con esos ratos de fútbol que tanto nos gustan.
En solo ocho días, River pasó de jugar un muy flojo partido en Avellaneda frente a Independiente a mejorar bastante su imagen futbolística contra Gimnasia. Ya se habían notado algunos buenos síntomas en el segundo tiempo de Córdoba frente a Estudiantes. Pero como en ese partido lo más importante era el resultado, se resaltó mucho más la reacción anímica, el empuje, el gol dramático sobre la hora y el gritar CAMPEÓN nuevamente que cualquier otra cosa.
El domingo, contra Gimnasia en casa volvimos a la rutina habitual. Por más que la zona está apretada en puntos y eso haga que la clasificación no este garantizada, esta vez no era una final. Era un partido para exigir algo más que un simple triunfo. Y River cumplió con eso. Ganó siendo superior a su rival. Mostrando pasajes de buen juego y con acciones individuales extraordinarias. Por ejemplo: el golazo de Claudio Echeverri. Un verdadero poema al fútbol. El chaqueño ya venía sumando varios minutos en cancha, pero no lograba anotar su primer tanto. Valió la pena la espera. Hizo un gol digno de su talento y de todo lo que se espera de él para este 2024.
Una pena que solo sea por este año. Cuesta comprender que el representante del “Diablito” no haya priorizado su crecimiento futbolístico en el club que lo viene formando de tan pequeño para elegir llevárselo raudamente a Europa sin saber todavía si está preparado o no para dar ese gran salto. Donde mandan los dólares poco importan los sentimientos o sugerencias. Ojalá en estos 8 meses que quedan el hincha pueda disfrutarlo y se repitan goles como este ante Gimnasia, también en la Libertadores. Es muy joven, es cierto, pero no hay ninguna duda de que será una de las principales cartas ganadoras que tendrá River para aspirar a ganar la tan deseada 5ta.
Volviendo al partido con Gimnasia. Estaba todo bien hasta que falló el mejor defensor del fútbol argentino y se pagó caro. Paulo Díaz atraviesa su mejor momento con esta camiseta. Llegó en el 2019, y si bien siempre rindió, es en este último tiempo que alcanzó un status de figura fundamental para el equipo. Juega con tanta confianza que a veces comete errores por ser displicente. El de ayer no fue el primero. Deseamos que sea el último. Especialmente porque esta muy claro lo que River depende defensivamente de sus servicios.
Contra Gimnasia otra vez quedó la sensación de que el equipo siempre está expuesto a una mano de KO. Que todo aquel rival que lo ataque podrá lastimarlo dependiendo el grado de jerarquía que tengan sus jugadores. Por ahora se encontró con rivales limitados en ese aspecto. Algo que imaginamos no sucederá en el plano internacional. Habrá que trabajar y corregir esas falencias para no pasar sustos el día de mañana.
Hay que defender mejor. Aún cuando ayer levantaron defensivamente los laterales. Tanto Herrera como Díaz mostraron más ímpetu a la hora de la marca y cumplieron con esa función. Les falta todavía mejorar en la otra mitad de su tarea. Siguen resolviendo casi siempre mal sus participaciones en ataque. Y para la idea de juego que tiene Martín Demichelis es fundamental tener laterales que rompan.
A pesar de esto, fue en materia ofensiva que se vio lo mejor del equipo frente al Lobo. En el primer tiempo, aún perdiendo, River fue una tromba. Una mitad de cancha rápida, de juego directo y pase hacia adelante en lugar de rodeos y vueltas. De poco traslado y mucha conexión/triangulación a un toque. No se transportaba la pelota metros y metros. Era todo mas ágil y práctico. Consecuencia de las características diferentes que aportaban al equipo la presencia de Simon y Echeverri a las ya conocidas de Nacho y Barco. No sólo se consiguió el empate en esta etapa. También pudo convertir un par de goles más.
No era la tarde de Miguel Borja. Y Pablo Solari las arrancaba muy bien pero las terminaba muy mal. Ninguno estuvo fino para la definición y River sintió esa falta de contundencia. Por eso fue injusto ir al vestuario empatando pero había tranquilidad de que jugando de esa manera en el segundo tiempo el partido se ganaba. Y se ganó. Aún cuando el equipo disminuyó su rendimiento, se hicieron los méritos necesarios para afirmar que la victoria es justa e inobjetable.
La fortuna acompañó un remate lejano de Leandro González Pírez y luego, sobre el final, Facundo Colidio sí logró ser todo lo preciso que no habían sido sus compañeros para definir y anotó el tercero que liquidó el partido, y permitió que el Monumental vuelva a ser una fiesta como en el arranque de la tarde. Momento en el que los hinchas festejaron la Supercopa, desplegaron una enorme y hermosa bandera que agradecía por una nueva alegría, lo aplaudieron mucho a Demichelis (demostrando que la intención es apoyar aunque haya cosas que todavía no cierran) y renovaron la confianza en estos jugadores para la fase final de esta Copa de la Liga y también para lo que viene.
Hoy se sortea la Copa Libertadores en Paraguay y todo el mundo River estará atento a qué grupo toca. Hay mucho interés y por eso el hincha se retiró del Monumental con ese himno conocido que dice: “Quiero la Libertadores…”, como mensaje claro para el plantel, cuerpo técnico y dirigencia. Se sabe que no es fácil ni será sencillo competir con la supremacía brasileña, pero en esta institución siempre hay que ir por todo. Como lo marca su rica historia. Así siempre fue, es y será la filosofía River.