River tuvo una chance inmejorable para abrir el marcador ante Atlético Tucumán después de un inicio algo complicado. Un control exquisito de Colidio permitió que Nacho Fernández se la punteara a Breitenbruch y lo talara en el área. Nazareno Arasa no dudó y cobró el penal, pese a la queja de los jugadores locales.

Miguel Borja había tomado la pelota, sabiendo que suele ser el encargado de los tiros desde los doce pasos, y se prestaba para patear. En medio del tumulto mientras los jugadores rivales protestaban, Esequiel Barco se metió y agarró otra pelota. El Colibrí explotó de la bronca y tuvo un pequeño cruce con el volante.

Vociferó algunos insultos y revoleó una pelota a la tribuna de la bronca, al ver que el 21 se impuso en su postura para patear. Nacho Fernández intercedió para tratar de calmarlo. Barco pateó algo flojo al medio y Devecchi lo atajó, aumentando aún más la bronca del delantero colombiano, que se tenía fe para anotar.

Penal repetido y nueva discusión

El VAR anuló la ejecución de Barco por la invasión de zona de los jugadores de Atlético Tucumán y se desató una novela pocas veces vista. Borja se fue al banco de suplentes a hablar con Demichelis y se llegó a leer que el DT le dijo que era probable que el penal se patee de nuevo y que lo tenía que patear él. Dicho y hecho, el penal se repitió.

Más allá de que no reaccionó como todos esperaban, Borja terminó cediéndole por segunda vez la peltoa a Barco.

Más allá de que no reaccionó como todos esperaban, Borja terminó cediéndole por segunda vez la peltoa a Barco.

¿Pateó Borja? No. De alguna forma, Barco agarró de nuevo la pelota y se mantuvo inflexible en querer patearlo él para tomarse revancha. Micho hizo claro el gesto ante la cámara “el nueve, el nueve”, con los dedos, avisándole a los jugadores que tenía que patear Borja. Barco no respetó la orden, volvió a patear él y lo tiró a las nubes.