River sumó un nuevo papelón en Mendoza. Resultado doloroso plantearlo en estos términos, pero no hay otra manera de explicar lo que sucedió esta noche frente a Godoy Cruz, un rival que venía a los tumbos. Desde el vamos, salió con una formación y con un esquema que ya dio sobradas muestras que no funciona, que no fluye, que no encaja.
Alcanza con poner un solo ejemplo: Martín Demichelis ya probó mil veces el tridente con Solari, Borja y Colidio. No funcionó jamás. Cuesta recordar un partido en el que River haya funcionado medianamente bien con ese trío ofensivo. No hay manera de esperar resultados distintos si el mismo experimento, con los mismos ingredientes, arroja resultados negativos.
El laboratorio de Martín Demichelis volvió a fallar en el planteo inicial, con una mitad de cancha desbalanceada y un lateral derecho fabricado a la fuerza. Porque Santiago Simón no es lateral derecho por naturaleza y mucho menos por adopción. No siente la marca. No es lo suyo. Y cada vez que a River lo atacan por ahí, sufre.
Más allá de los nombres propios, de los cambios de dibujo y de una búsqueda que a esta altura suena más a confusión que a experimentación, hay una falta de respuestas anímicas que también asustan. Porque lo futbolístico puede no aparecer en determinadas circunstancias y ante algunos rivales. Lo que es innegociable es la entrega, la actitud, la rebeldía ante la adversidad. Este River es un equipo de mandíbula floja. No hace falta ser experto en “lenguaje corporal” para ver la falta de convencimiento que va desde afuera hacia adentro.
River y un nuevo golpe: un 2024 para el olvido
Es cierto que recién van siete fechas del torneo local y que todavía queda margen para recuperar terreno, en una liga argentina en la que cualquiera le gana a cualquiera. Pero lo que más preocupa en River es que no da la talla en las paradas bravas, ante rivales que presentan batalla. Y hasta ni eso: cualquier equipo de mitad de tabla para abajo le hace partido cuando el partido no se disputa en el Monumental.
La última imagen que dejó River en el primer semestre de este 2024 fue desoladora. El Millonario quedó afuera de la Copa Argentina, en 16avos de final… ¡frente a Temperley! Un papelón con todas las letras. Días más tarde, cayó contra Deportivo Riestra en Soldati, dejando una sensación espantosa: la de un equipo que no tiene rumbo.
Ni vale la pena recordar lo que fue la eliminación a manos de Boca en los cuartos de final de la última Copa de la Liga, en un partido en el que el banco de suplentes pifió en todo: lectura del partido, cambios, postura antes y después del 1-0 parcial de Miguel Borja.
River dejó de parecer hace tiempo un equipo. O mejor dicho, parece un sombra de ese primer equipo que logró construir Martín Demichelis, que deslumbraba y le ganaba a todos en la Liga Profesional. Hoy está roto, deshilachado, sin idea y sin identidad. Hoy River dejó de ser River y cada día juega peor.