A esta altura, ya es una sana costumbre. Enzo Pérez se cansó de ganar superclásicos con la camiseta de River. Sin ir más lejos, sus últimos dos partidos contra Boca fueron triunfos para el Millo. Uno de ellos en el Monumental, gracias al tanto agónico de Miguel Borja de penal. El otro en la Bombonera, con goles de Salomón Rondón y Enzo Díaz. En ambos, la imagen que dejó el clásico fue siempre la misma: el capitán del Más Grande encabezando los festejos.
Creer o reventar, la decisión de Enzo Pérez de salir de River y regresar a Estudiantes de La Plata volvió a poner en su camino a Boca en una serie de eliminación directa, como sucedió en dos oportunidades en 2018 y una en 2019 jugando para River. Y como en aquellas ocasiones, el mediocampista mendocino terminó con una sonrisa en su rostro, agitando la camiseta y mostrando su tatuaje bien riverplatense.
Esta vez, no fue en Mendoza, ni Madrid ni en la Bombonera. Fue en el Estadio Kempes de Córdoba, donde Estudiantes llevó la serie de semifinales de la Copa de la Liga a los penales y fue más efectivo que Boca desde los doce pasos. Enzo, con las rodillas en el piso y rezándole a todos los dioses, lo hizo de nuevo: eliminó otra vez al rival de toda la vida. Y festejó como un hincha más.
Las primeras imágenes mostraron a un Enzo Pérez emocionado, abrazado con su compañeros y Eduardo Domínguez, su entrenador. Una vez que superó esa primera emoción, llegó el tiempo del festejo descontrolado. Se sacó la camiseta del pincha y mostró ese tatuaje de River enorme que tiene marcado a fuego en la espalda. “¡Otra vez, otra vez!”, gritó desaforadamente de cara a los hinchas de Boca. Paternidad absoluta y celebración con el corazón partido: un poquito en La Plata y otro tanto en Núñez.