La noche en el Estadio Monumental arrancó con polémica. Algunos plateitas ni siquiera se habían terminado de acomodar en sus butacas e Instituto ya ganaba 1-0 por el gol de Santiago Rodríguez. Pérdida de De la Cruz en mitad de cancha, contragolpe y zurdazo al ángulo bajo izquierdo del delantero rival. Se desató la locura en Instituto pero el árbitro Hernán Mastrángelo no convalidó el gol rápido.
Con los jugadores dispuestos a sacar del medio, el juez frenó el encuentro porque lo llamaron del VAR. Rodríguez bajó la pelota del gol con el biceps derecho, una clara mano que debía haber invalidado la jugada. Cuatro minutos tardó el VAR, comandado por Héctor Paletta, para tomar una decisión. Explotaron en el banco de River y el partido se puso caliente rápidio.
Lo más llamativo fue que al ser una jugada interpretativa y no factual, Mastrángelo debería haberse acercado al monitor a verla. Pero no, no lo llamaron. Y lo peor fue que cobraron el gol cuando la pelota le da claramente en el biceps y ningún tanto puede provenir de un toque en una zona indebida (salvo la cabeza del hombro, cualquier otro toque en el resto del brazo es antirreglamentario).