Tiempos raros los que se viven. Epocas de poco sentimiento de pertenencia. Casos como los del Chori Domínguez y Cavenaghi renuevan las esperanzas de cambio. Misma sensación despierta para los hinchas de Rosario Central los regresos de Paulo Ferrari, Leonardo Talamonti y Matías Lequi, tres defensores que volvieron por amor a la camiseta a dar una mano en momentos difíciles y que además los une su pasado en el Millonario.
La presencia del Loncho Ferrari con la camiseta blanco y sangre todavía está en las retinas riverplatenses. La última imagen, la del descenso, fue la más injusta para el defensor rosarino que dejó su huella en sus 227 partidos en River. De los tres, fue el más querido. Llegó en el Clausura 2006 con más sueños que promesas y se fue con un poco de todo. Un campeonato, aquel del Clausura 2008, y un descenso. Sin embargo, sus 17 goles, su ida y vuelta constante por el andarivel derecho, su presencia casi perfecta y su hombría de bien hicieron de él un personaje querido y respetado en Nuñez. Se fue luego del trágico 26-J para defender los colores que lo vieron nacer y hoy el hincha de River promete recibirlo con aplausos.
El paso de Matías Lequi por el Millonario también fue auspicioso. Llegó en agosto del 2001 con apenas 20 años y pudo gritar campeón por duplicado. Es cierto que su presencia en el club se dio en épocas de vacas gordas, cuando las celebraciones eran moneda corriente. Pero así y todo, su estadía en la institución no pasó desapercibida. Disputó 39 partidos en total con el manto sagrado y convirtió un gol, el de la victoria por 2 a 1 ante América de Cali, en el partido de ida de la recordada serie de cuartos de final de la Copa Libertadores del 2003. Emigró en 2003 y se llevó consigo las únicas dos vueltas olímpicas que dio en su carrera, las del Clausura 2002 y el Clausura 2003. Fernando Cavenaghi y el Chori Domínguez son los únicos jugadores del plantel actual de River con el que compartió equipo.
Si de defensores se trata, Leonardo Talamonti tiene poco con qué defenderse si mañana es recibido de mala forma por el público local. El marcador central oriundo de Alvarez, localidad ubicada a 30 kilómetros de Rosario, llegó por expreso pedido de Leonardo Astrada para el Apertura 2005, a préstamo desde la Lazio de Italia. Era el indicado para imponer presencia y dejar en el olvido el triste desenlace de Tuzzio y Ameli. Y lo único que despertó en los hinchas millonarios fue la nostalgia de los buenos momentos que comenzaban a irse. Estuvo apenas un año, en el que llegó a jugar 32 partidos y convertir dos goles. Se marchó sin pena ni gloria cuando terminó su cesión.
Retornarán los tres a donde alguna vez supieron estar. Y el responsable de ello es otro ex River, Juan Antonio Pizzi. El entrenador de Rosario Central también tuvo su oportunidad de vestir la camiseta del más grande. Fue en la temporada 98/99, cuando su fuerte eran los goles. Llegó a mediados de 1998 tras participar en el Mundial de Francia con la Selección de España, su nación adoptiva. Su peso en el área y en las redes era su principal carta de presentación. Sin embargo, su paso por River fue olvidable. Disputó 17 partidos, entre el Clausura 98 y el Apertura 99, y convirtió seis goles (todos en su primer torneo). Luego se marchó a Central sin títulos en su haber.
Mañana volverán a pisar el césped de River. Menos Pizzi, el resto aún no sabe lo que se siente hacerlo con otra camiseta ya que nunca enfrentaron al Millonario después de su salida. ¿Les pesará?
VIDEO DEL ULTIMO GOL DE PAULO FERRARI EN RIVER
GOL DE JUAN ANTONIO PIZZI A HURACÁN:
