Arruabarrena desbarrancó por completo al manifestar que los 45 minutos restantes se deberían haber jugado, incluso con una espera de un mes, acusando a River de buscar provecho de lo ocurrido. Sin embargo, en el momento de los incidentes, intimó a Gallardo: “Hacé los cambios”. ¿Quién buscó rédito primero?
Hay algo que está claro como punto de partida: cualquier persona de bien deseaba que el partido, más allá del resultado y de la simpatía futbolística, se definiera en la cancha, como debe ser. Sin embargo, la situación lo impidió. Un grupo de delincuentes, increíblemente avalado por bastante gente que se sumó con botellazos y canciones hirientes -aun cuando ya era evidente lo ocurrido-, generó un ataque inédito. Un ataque feroz, que hasta podría haber concluido peor.
Parece que Arruabarrena no lo entendió. Pasó de ser un hombre respetado por el público del Millonario a despertar bronca e indignación. “Pensé que River tenía valores”, expresó, al mediodía, en conferencia de prensa. Y agregó: “Si había que esperar un día, una semana o un mes, se espera”. ¿Entonces la Confederación Sudamericana de Fútbol tenía que postergar por tiempo indeterminado la Copa Libertadores y alterar el calendario de los demás clubes por una institución irresponsable? Inadmisible.
¿El técnico de Boca no recuerda su accionar? “Hacé los cambios”, intimó, acusación de cobardía incluida, a Marcelo Gallardo. ¿Eso no era sacar ventaja? Ni siquiera hubieran alcanzado las variantes, teniendo en cuenta que había cuatro jugadores visiblemente afectados: Leonel Vangioni, Ramiro Funes Mori, Leonardo Ponzio y Matías Kranevitter. ¿Por qué el equipo damnificado tenía que jugar disminuido? ¿Cuál era el derecho de que presentara ausencias si el partido seguía durante el fin de semana?
Arruabarrena está equivocado. Aumentó la dosis de falta de solidaridad. Desbarrancó. Brindó algunos conceptos lógicos, como pedir que se evitara un Superclásico en lo inmediato, para luego insistir con su reclamo. Además de los futbolistas mencionados como víctimas, Sebastián Driussi tampoco hubiera podido estar el fin de semana. De ninguna manera River tenía por qué pagar deportivamente las consecuencia. Los jugadores de Boca, amén de su conducta, tampoco. Aunque el reglamento es claro al respecto. Y el tiempo avanza. Es cruel. Por lo tanto, la Conmebol tenía que resolver pronto. Usó lo que establecen los documentos oficiales. No entenderlo y pretender otro desenlace es de egoísta. Y ventajero.
+ El comportamiento de Arruabarrena en la revancha



