En una extensa entrevista a la distancia, desde Italia, David Trezeguet habló con La Página Millonaria sobre su presente como dirigente en Europa, sin dejar de lado nunca su ojo posado en Argentina. Porque si algo se percibe en el discurso de este ex campeón del mundo, es su sólida apreciación a Sudamérica.
$bp(“Brid_07316678”, {“id”:”6149″,”width”:”800″,”height”:”478″,”video”:”168618″});
Tantas veces atinamos a comparar todos nuestros males con lo que no pasa en el viejo continente, que viene bien escuchar a un tipo que eligió hacer el camino a la inversa y probar que en Argentina existe un plusvalor futbolístico que excede a la terminología del ‘folklore’ y el ‘aguante’. Que más allá del color indiscutible que le otorgan los hinchas, más allá inclusive de la desorganización institucional que también condiciona y salpica el campo, sucede algo dentro del juego que no se da del otro lado del océano. Y que es capaz de seducir hasta al más elegante jugador migrado.
El ex delantero habla y la sensación es que no vuela una mosca. Es claro al expresar sus ideas, por la básica razón de que está convencido de lo que dice. Es pausado, mide los tiempos, piensa, elige qué palabras usar y capta la atención. El silencio también es usado como una herramienta, y ese detalle ya lo hace diferente. Muchos, por ahí, le atribuirían ese perfume que atolondrada y casi empecinadamente llamamos “europeizado”.
Adentrada la charla, se torna un acto reflejo – nos es inevitable– referirse a una futura posibilidad como entrenador, la causa es muy simple, y es que existe cierto aire de docencia que configura su persona. Sin embargo, Trezeguet, nos frena en seco: a él le interesa la gestión. Y así, como cuando jugaba no pedía permiso para definir, acá pasa igual, no le teme a poner en palabras su voluntad futura de ser dirigente de River Plate.
Su fanatismo por River se cuela entre sus conceptos y conclusiones, da la sensación de ser su costado más irracional. Se fue muy joven de Argentina, a los 17 años, y no sólo se cansó de cosechar títulos con la Juventus, sino que además salió campeón de una Eurocopa, y ganó un mundial- con Francia, en el 98- un dato que cuanto menos te pone un sello distintivo entre los millones de mortales que habitamos este planeta.
-Lo primero que queremos saber es qué estás haciendo, sabemos que estás en Italia.
-Estoy muy contento de lo que estoy haciendo en este momento porque después de mi carrera de futbolista, días después, recibí una llamada de la familia Agnelli con una propuesta para ser parte de un proyecto muy interesante para mí, consistía en ser embajador de un club que a mí me ha dado muchísimo, como es la Juventus. Es una institución que está teniendo un crecimiento muy importante no solo a nivel nacional, sino también a nivel internacional. Es un descubrimiento porque es una tarea que me permitió y permite la posibilidad no solo de trabajar en lo futbolístico, también trabajo en la parte de marketing deportivo, imagen del club. Este lugar me abrió las puertas para conocer personalmente a la gente de FIFA y de UEFA, convirtiéndome en uno de sus embajadores. Este fue un objetivo muy preciso, la verdad que mi reconversión en el mundo del fútbol fue muy positiva. Positivo en el sentido de que estoy moviéndome muchísimo, estoy viajando mucho, es el descubrimiento total de una nueva etapa de mi vida que la verdad es algo que realmente me gusta.
-¿Cuánto influye la formación a nivel personal en un futbolista?
-El crecimiento futbolístico es fundamental, pero también la parte humana. Son bases sólidas que en lo que respecta a mi experiencia me permitieron tener una carrera interesante. Hoy en día me doy cuenta que no fue solamente a través de mi carrera deportiva, sino también por mi personalidad que se me abrieron muchas puertas a nivel internacional y para mí es motivo de orgullo. Cuando dejas de jugar al fútbol te toca mirar un poco alrededor, ver lo que pudiste hacer, y si lo hiciste bien y te comportaste de manera profesional y sencilla al mismo tiempo, te da la chance de conocer a ciertos personajes que antes eran inalcanzables.
-¿El trabajo de entrenador nunca fue una opción para volcar estas premisas?
-Siendo sincero, hoy en día pienso que en todos los cambios que han existido en el fútbol, como vimos en los últimos años muchos de ellos fueron negativos, y a ciertos exjugadores nos han pedido de reincorporarnos más a nivel dirigencial. Pienso que es algo muy importante para nosotros. No menosprecio el trabajo del entrenador, que es muy importante, pero la verdad es que no lo tengo en mente. Me gusta más la parte dirigencial, internacional, la parte de mánager. Estoy adquiriendo mucha experiencia durante esta etapa trabajando en la Juventus, me gustaría seguir este crecimiento en un lugar, porque son puestos en donde creo que falta la jerarquía de jugador de fútbol. Es un espacio fuerte que creo que podemos ocupar. Esta es mi línea actual a nivel trabajo, para lo que me estoy capacitando.
-¿Crees que las vueltas de la vida te podrían volver a colocar a River en tu camino, o lo ves imposible incluso por una cuestión geográfica?
-Es uno de mis objetivos volver a River como dirigente, siempre lo he repetido. Así como he tenido la posibilidad de volver como jugador, cumplir un sueño tardío, en este caso mi sueño sería volver con las armas justas para poder ser parte de un proyecto en River. Creo que hay cosas para hacer, no solo en el club, sino a nivel fútbol sudamericano, también. Me gusta también compartir estas ideas con UEFA, FIFA, CONMEBOL, y sería interesante para mí tener este tipo de experiencias en River. Es muy fuerte lo que representa la marca River, incluso internacionalmente, creo que hay un muy buen trabajo para hacer.
-¿Lo ves muy lejano temporalmente?
-Veremos con el tiempo las diferentes posibilidades que se pueden dar en la vida, cuando pasas a ser un dirigente es verdad que te proyectas, pero al mismo tiempo existen posibilidades, oportunidades, y hay que estar preparados, ante todo. Mientras, mi preparación sigue camino desde aquí en Europa, aprendiendo, escuchando y dándole valor al trabajo que estoy haciendo.
-En Argentina da la sensación de que se menosprecia bastante a nuestro fútbol y se mira la vereda de Europa, ¿Vos cómo lo ves?
-Creo que no hay que perder las costumbres de lo que es el fútbol sudamericano, porque es sólido. No nos tenemos que olvidar nunca que gran parte de los jugadores de Europa son de Sudamérica. Pero al mismo tiempo también hay que aprender de las cosas que acá se hacen bien, como lo que respecta a la organización y a la pata internacional, que es muy importante hoy en día. Los jugadores siempre tienen latente esa ambición no solo deportiva, sino humana, de convertirse en un “jugador europeo”. Por este motivo sostengo que las relaciones entre Europa y Sudamérica tienen que ser más sólidas, pero sin olvidarnos de esta cultura argentina, en este caso, de la alegría, la viveza, el entusiasmo. Hay un buen trabajo para hacer, habrá que analizarlo con el tiempo.
+ MÁS DE DAVID: “Ponzio es el jugador emblemático de este River”