Por la superpoblación de centrales y extranjeros que hay en el plantel, River planea desprenderse del defensor y darle el gusto a Ramón de incorporar al enganche de Cerro Porteño. Acá, el segundo capítulo de una novela interminable.
El pedido de Ramón. La amistad con Emiliano. La posición incierta del jugador. Los tuits de Fabbro. Los intermediarios, los representantes y los familiares. Los contactos extra oficiales con el vice de Cerro. La falta de respeto de su presidente. La insistencia de Ramón. Los cuatro millones. El tira y afloje. La negociación trunca.
Así, pero en medio de un ir y venir que duró más de 30 días, podría sintetizarse lo que fue el primer capítulo del culebrón que involucró a Fabbro, Cerro Porteño y River durante el último mercado de pases. Ahora, a falta de casi dos meses para que termine el Torneo Final, parece empezar el segundo.
Esta semana, el jugador salió a declarar públicamente que se quiere ir del conjunto paraguayo y que una transferencia al club de Núñez sería el gran broche para su carrera. También salió su hermano y representante a asegurar que el enganche es la solución que necesita el equipo de Ramón.
Entonces, por debajo y como quienes no quieren la cosa, dirigentes de ambos clubes retomaron los contactos. Al menos así lo informó el diario Olé en su edición de este sábado, en la que reveló que Fabbro podría desembarcar en el Monumental mediante un trueque que involucraría a Adalberto Román.
El defensor paraguayo, aunque cuatro veces campeón con Libertad, no vería con malos ojos regresar a su país para jugar en un grande como Cerro Porteño. Y River, que cuenta con una superpoblación de centrales y extranjeros, incorporaría al enganche que tantas veces pidió Ramón a un costo medianamente razonable.
¿Cuánto? Habrá que negociarlo. Lo único cierto es que Cerro Porteño, que pretende recuperar una gran parte de lo que invirtió por Fabbro, pagó en enero de 2011 3.000.000 de dólares. Lo mismo que pagó River por Román en agosto de 2010, con la diferencia de que el defensor tiene 26 años y una gran posibilidad de reventa. En cambio, el enganche tiene 31 y -tal como lo destacó él- está sobre el final de su carrera.
